Sabores que nutren
Tomate: un superalimento que protege el corazón

Licenciada en Nutrición

Un aliado cotidiano que ayuda a prevenir enfermedades crónicas y mejorar la salud con cada comida.
En un mundo donde las enfermedades crónicas avanzan de forma silenciosa, cuidar lo que comemos ya no es una opción, sino una necesidad. En este contexto, sumar alimentos funcionales a la dieta diaria se vuelve una estrategia simple y efectiva para fortalecer la salud y prevenir trastornos comunes como la hipertensión o las enfermedades cardiovasculares.
Uno de esos alimentos, tan cotidiano como subestimado, es el tomate. Presente en casi todas las cocinas, su valor va mucho más allá del color y el sabor que aporta a las comidas. Es un verdadero aliado nutricional que ayuda a proteger el corazón, regular la presión arterial y reforzar el sistema inmunológico.
El antioxidante clave: licopeno
Es un pigmento natural de la familia de los carotenoides, responsable del característico color rojo del tomate. Tiene una potente acción antioxidante y antiinflamatoria. Su consumo regular ayuda a prevenir enfermedades crónicas no transmisibles como las cardiovasculares, neurodegenerativas, procesos inflamatorios crónicos y ciertos tipos de cáncer.
Propiedades nutricionales destacadas:
El tomate también es fuente de:
- Minerales y oligoelementos como: sodio, potasio, calcio, magnesio, cobre, manganeso y zinc. Muchos de estos actúan como cofactores enzimáticos, esenciales para que los antioxidantes naturales del cuerpo funcionen correctamente.
Potasio: favorece la regulación de la presión arterial y la función muscular.
- Vitaminas C, A y E: un solo tomate aporta cerca del 40% del requerimiento diario de vitamina C, que fortalece el sistema inmunológico, mejora la producción de colágeno, protege la piel del sol y del envejecimiento prematuro. La vitamina A y los betacarotenos cuidan la salud visual.
- Fibra dietética: promueve una buena digestión, mejora el equilibrio intestinal y previene el estreñimiento.
¿Fresco o cocido?
Aprovechar el tomate en diferentes formas (fresco, cocido o en jugo natural), es ideal para potenciar sus beneficios.
Tomate cocido: aumenta la biodisponibilidad del licopeno. La cocción rompe las paredes celulares del tomate, facilitando la absorción de este antioxidante por el organismo. Sin embargo, se pierde vitamina C con la cocción debido a su sensibilidad al calor.
Tomate crudo: conserva mejor la vitamina C y otros nutrientes sensibles al calor.
Con piel: concentra más carotenoides, por lo que se recomienda no pelarlo, para aprovechar al máximo sus propiedades nutricionales.
Cómo incluirlo en tu dieta:
Puede ser fácilmente incorporado en múltiples preparaciones. Algunas ideas para incluirlo de forma práctica y saludable:
- Salsas caseras con tomate cocido, aceite de oliva y especias, que además aportan compuestos antiinflamatorios adicionales.
- Ensaladas frescas: caprese, o con vegetales de estación, ideales para sumar vitaminas y fibra.
- Tomate al horno o secos como guarnición, que concentran aún más sus nutrientes.
- Jugo natural de tomate (especialmente en verano).
El tomate es mucho más que un ingrediente habitual en la cocina. Es un aliado natural en la prevención de enfermedades crónicas. Por su bajo costo, versatilidad y accesibilidad, puede formar parte de cualquier dieta familiar. Incluirlo regularmente es una forma sencilla, sabrosa y efectiva de cuidar la salud, sin necesidad de recurrir a suplementos extras.
Además, su producción local y estacional favorece una alimentación sostenible y consciente, promoviendo el consumo de alimentos frescos y naturales, y apoyando la economía regional.