La imposición de la ideología de género
Mujeres: de la lucha por la igualdad a la culpa por existir

Doctora en Filosofía. Investigadora del CONICET-UBA.
En nombre de la inclusión, el lenguaje borra a las mujeres y las reduce a meros estereotipos de género. La ideología woke ha convertido la identidad femenina en una etiqueta difusa, destruyendo derechos y espacios conquistados. Este 8M, ¿reivindicaremos nuestra dignidad o pediremos disculpas por existir?
La marea woke de identificaciones de género supone que ser mujeres, es decir, personas de "sexo" femenino, es un abuso del lenguaje propio del imperialismo hetero-cisnormativo, estigmatizante y excluyente de las disidencias sexo-genéricas. Lo inclusivo y vanguardista es, por el contrario, el maremágnum de identidades de género libremente determinadas y autocertificadas por cada cual, que podrán ser de tipo cis, trans, post, inter, extra, demi, semi, no binaria, andrógine, pangénero++. Por su parte, los anacrónicos y estigmatizantes "mujer" o "madre" deben ser borrados del lenguaje inclusivo y reemplazados por categorías políticamente correctas tales como persona gestante, menstruante, amamantante, inseminante, cuerpo ciclante, progenitor uno y dos, cuidador primario y secundario, etc. En caso de usarse las denominaciones de "mujer" o "madre", se debe asegurar que su aplicación incluya a cualquier persona, cuerpo o función biológica y social, con independencia del discriminatorio y biologicista sexo.
Autopercibo entonces que este 8M, en lugar de reivindicar ser mujeres, deberíamos pedir disculpas por haber oprimido durante tanto tiempo a todas las feminidades diversas, sumarnos a las columnas de los géneros identitarios y, de paso, levantar las pancartas contra un gobierno misógino, fascista y heterocisnormativo. Aunque, pensándolo bien, será mejor salir de la marea woke y denunciar el asalto a nuestros derechos fundamentales. Nos robaron la dignidad de ser mujeres, vaciaron de sentido nuestra experiencia sexuada, nos rebajaron a la condición de burdos estereotipos "de género".
Durante los últimos años, el retroceso en materia de derechos y garantías, en especial de las mujeres, ha sido inconmensurable. La izquierda woke ha montado un aparato de implantación ideológica cuyo objetivo principal es borrar la diferencia sexual de la cultura y sustituirla por identificaciones subjetivas de diversos géneros difusos. Las mujeres perdimos entonces los espacios exclusivos de nuestro sexo –cárceles, deportes, baños, vestuarios, premios, becas, cupos, etc.– convertidos ahora en espacios mixtos para todas las personas autodeclaradas femeninas. Se borró la especificidad de los delitos sexuales y la violencia específica contra las mujeres por ser mujeres: hoy hay mujeres que violan y varones víctimas de femicidio. La información estadística desagregada por sexo ha desaparecido y, en su lugar, los relevamientos por géneros incluyen ambos sexos. Estas distorsiones estadísticas en materia de salud o políticas públicas, por ejemplo, tienen un impacto perjudicial enorme.
Sobrevivimos a una Ley de Identidad de Género y un Ministerio de todos los géneros identitarios que falsificó la normativa argentina para hacernos pasar por un género más. Nos robaron el derecho a ser nombradas en un lenguaje claro, preciso y respetuoso; nos redujeron a una minoría identitaria; destrozaron nuestra integridad biopsicosocial y espiritual como personas sexuadas. Todavía más, convirtieron la educación sexual integral en adoctrinamiento de géneros, con el resultado de que cada día hay más niños sanos mutilados química y quirúrgicamente, que creen que amputarse órganos es cambiar de sexo.
¿Qué hacemos entonces este 8M? Propongo reivindicar nuestra dignidad esencial y exigir que el Estado argentino reconozca y defienda los derechos de las mujeres basados en el sexo. El sexo es una categoría legal protegida por mandato constitucional y convencional porque es la base de la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres. Esto no tiene nada que ver con la igualdad formal entre todos los géneros autopercibidos, ese Caballo de Troya del wokismo para obtener privilegios. El sexo no es el "género" –una categoría del análisis social relativa a la desigualdad estructural entre varones y mujeres–, ni es tampoco la "identidad de género" –una representación mental difusa, disociada de la unidad biopsicosocial de la persona humana–. Género e identidad de género son ficciones sociales; sexo, sexualidad e identidad sexual integral son determinaciones constitutivas de la persona y, como tales, están tuteladas por el orden público y jurídico.
Los derechos de las mujeres basados en el sexo son derechos humanos de jerarquía constitucional a partir de la ratificación de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW). Es socialmente relevante que los sexos sean diferenciados en el ámbito público a efectos de erradicar las formas específicas de violencia y discriminación que han afectado y siguen afectando desproporcionadamente a las mujeres en razón de su sexo. A saber: explotación sexual y reproductiva, matrimonios infantiles y forzados, mutilaciones genitales, violación, feminicidio, subrepresentación política, feminización de la pobreza y las tareas de cuidado, etc. El Estado está obligado a erradicar esas desigualdades estructurales, y el primer paso hacia la igualdad es reconocer nuestra existencia y nombrarnos en un lenguaje claro, preciso y respetuoso que visibilice nuestra condición específica.
Somos sobrevivientes de la izquierda woke, también de los paternalismos que desigualan al reducirnos a menores de edad. Este 8M es una oportunidad para reivindicar nuestra potencia generadora y transformadora. Que seguir creando vida, amor, conocimiento, sociedad, cultura, política y arte como las mujeres sabemos hacerlo sea nuestra celebración.