Recuerdo cercano
Jorge, mi amigo

Periodista
Un testimonio en primera persona sobre la huella humana y pastoral del padre Jorge, antes y después de ser el Papa Francisco. Una despedida escrita con gratitud, memoria y la certeza de que algunas presencias no se borran, solo se transforman.
Cuesta hilar pensamientos sobre alguien que ya no está (físicamente) entre nosotros. Más para quienes tuvimos la bendición e inmerecida posibilidad de estar al lado de quien la historia elegiría como el primer papa americano, argentino y porteño. Sin lugar a dudas, fui un privilegiado que solo con el correr de los años podrá dimensionar realmente el regalo del afecto y cercanía que el papa Francisco me permitía con él.
Todavía me acuerdo cuando lo conocí por primera vez ese Jueves Santo de 2007 para la tradicional ceremonia de lavatorio de pies al aire libre que tuvo lugar en el Hogar de Ancianos del Hospital Rawson. Mientras esperaba a que llegara, alguien me dijo casi al pasar “Cuando lo saludes no le digas cardenal, ni arzobispo ni eminencia. Solo decíle Padre o Padre Jorge. Nada más” Pero claro, para mí que hacía poco me había sumado a trabajar en la Curia, mi formalidad y su “primereada” me regalaron una mirada única difícil de olvidar. “Así que vos sos el que da las buenas noticias de la iglesia” me dice alguien a mis espaldas y cuando me doy vuelta para ver quién era me encuentro con una mano extendida saludándome y una sonrisa cálida de bienvenida. Instintivamente mi reacción fue la opuesta a la que me habían sugerido un rato antes mientras lo esperaba pero él, atento y predicando con el ejemplo, me repite: “Soy el padre Jorge, ¿cómo estás?”. “Mucho gusto Padre, soy Federico. Cómo está?” respondí entendiendo por donde iba a mano al ver su gesto de aprobación con la cabeza.
Y así comenzó un camino que desde principios de 2007 hasta que me dijo “Federico, nos vemos a la vuelta” (y no volvió…) me llevó a conocerlo en sus distintas facetas de nuestro día a día, en la cotidianeidad de compartir no sólo cuestiones vinculadas a mi rol como nexo con los medios de comunicación sino también sus preocupaciones pastorales especialmente sobre los más humildes, aquellos que necesitaban una palabra de esperanza, los alejados de la fe o simplemente los que llevaban algún dolor en su corazón. Por todos aquellos excluidos, descartados o periféricos el padre Jorge sentía la necesidad de llevarles la presencia de Dios sin importar otra cosa que estar presentes.
Hombre sencillo, austero, sin lujos ni ostentaciones, hizo del bajo perfil un culto. Recuerdo su hablar suave y pausado, siempre respetuoso y atento al momento en el que se encontraba, prestando atención a la persona y su circunstancia. Nunca dejó de impresionarme que estando en presencia de otro, incluso cuando rezaba, se abstraía de tal manera que parecía no importarle nada de lo que pudiera ocurrir alrededor en esos momentos. En un mundo marcado por la voracidad de la información y la inmediatez de todo, era una persona que “te prestaba atención”.
Y ya como Papa no dejó de ser quien era sino que siguió siendo el mismo pero ya de blanco y como obispo de Roma. Nunca se olvidó de sus raíces, nunca renegó de quien era y siempre siguió siendo el padre, guía y pastor.