EL FÚTBOL ES BELLO
El momento de Pep Guardiola: volver a ser impredecible
Cuando uno se pone a pensar en entrenadores y equipos que hayan dominado el mundo futbolístico en los últimos años, necesariamente uno piensa en Pep Guardiola y su Manchester City. Es que sobran argumentos no sólo desde lo objetivo, a nivel de resultados, habiendo conquistado seis Premier League e incluso la Champions (entre otros títulos), sino también desde lo subjetivo por la manera de jugar con la que ha logrado manifiesta superioridad frente a otros clubes poderosos europeos.
Todo aquel futbolero que ha visto varios de sus partidos logra identificar esos principios absolutistas estratégicos que llevaron al Manchester City al éxito, destacándose la obsesión por la posesión de la pelota, cuidando la misma a partir de un juego de pases cortos, y seguros, para luego en los últimos metros del campo desequilibrar por los costados explotando la jerarquía individual de los wines en el uno contra uno. Más allá de estas premisas básicas, estos últimos años Pep fue afinando la manera de jugar de su equipo, ya que la Champions le seguía siendo esquiva a pesar de dominar sus partidos con claridad.
La llegada rutilante de Erling Haaland justamente buscaba poder cristalizar en el marcador con mayor efectividad las muchas chances de gol que el equipo generaba. Previo a esta incorporación de peso, el equipo partía desde un esquema 4-3-3 con un “falso nueve” flotando en el campo, y rotando de lugar, de una manera similar al Barcelona de Messi, aunque sin tanto acompañamiento de los defensores laterales en los últimos metros del ataque (ya que la dinámica del fútbol inglés expone mucho más los eventuales espacios que estos dejan).
La inclusión del potente centro delantero noruego por sus características eliminó esa participación en el armado de juego del nueve, dejando de ser “falso” para quedar decididamente más estático, principalmente dentro del área, con el rol de la definición. Esto en una primera etapa le quitó juego al equipo y a Guardiola se le ocurrió compensar al jugador en ofensiva que no podía sumarse a la sinergia del mediocampo con un jugador de la línea defensiva. Así fue que empezó a pedirle a su líder del mediocampo, Rodri, que se acomode sin pelota como defensor central y con la misma se sume al mediocampo.
Ambos cambios fueron fundamentales para que el City se corone finalmente en la Champions con precisamente Haaland como goleador y Rodri como figura. Ese momento cúlmine, contrasta significativamente con la actualidad futbolística del club que se ha venido deteriorando.
Hoy el City está lejos del puntero Liverpool en la liga y se encuentra complicado en la primera fase de Champions. Las diferentes lesiones, acompañadas de la venta de jugadores que eran opciones de primer nivel como Julián Álvarez, y el bajo nivel futbolístico de los que están no ayudan desde lo individual a un equipo que desde lo colectivo persiste en un plan que se volvió predecible.
Hoy esas premisas claras están difusas y parece que los rivales le tomaron la mano, le disputan la tenencia de la pelota y le perdieron ese “miedo” que los hacía replegarse. Hace algunas semanas, luego que al City se le escape una victoria frente al Feyenoord a pesar de haber estado en ventaja por 3 a 0, se lo vio a Pep rasguñado en conferencia de prensa, y los rumores de diferencias con el plantel cada vez están más latentes. Una eliminación temprana en la Champions sería difícil de digerir y desde lo táctico se requiere de un nuevo volantazo de su entrenador, que vuelva a encauzar al equipo. La pregunta es si está a tiempo o si efectivamente el plantel ya le soltó la mano.