Una madre, cinco hijas y una escena macabra
Descuartizado y quemado: detalles escalofriantes del asesinato en Mendoza

Vivía bajo prisión domiciliaria. Ahora enfrenta una grave imputación por asesinar y calcinar a su inquilino.
Una escena de horror sacudió al departamento mendocino de Guaymallén, donde una mujer que cumplía prisión domiciliaria fue detenida tras confesar el asesinato de su inquilino. El hecho ocurrió en una precaria vivienda de la calle Adolfo Calle, a metros de la intersección con México, y tiene como principal acusada a Adriana Valeria Suárez, de 40 años, quien admitió haber matado a César Darío Rodas, de 41, presuntamente en represalia por un intento de abuso contra una de sus hijas.
El crimen no solo fue brutal por el acto en sí, sino por su ejecución: el cuerpo de Rodas fue desmembrado y luego quemado en una parrilla, dentro del mismo domicilio donde vivía la mujer con sus cinco hijas menores de edad. Al momento del hallazgo, la escena dejó impactados a los propios efectivos policiales y a los peritos forenses.
El caso se conoció cuando un ex cuñado de Suárez recibió imágenes por WhatsApp, donde se veían restos humanos calcinados. Alarmado, denunció de inmediato la situación ante la Policía. Al llegar al lugar, los uniformados se encontraron con un panorama espeluznante. Suárez no solo confesó el crimen, sino que señaló a Marcelo Rubén Altamirano (35) y Damián Rolando Contreras (46) como sus cómplices.
Imputaciones y agravantes
La fiscal de Homicidios, Andrea Lazo, tiene previsto formalizar en las próximas horas la imputación por homicidio agravado por ensañamiento contra Suárez y Altamirano. Esta figura penal contempla que los acusados no solo habrían actuado con la intención de matar, sino que también buscaron incrementar deliberadamente el sufrimiento de la víctima durante el proceso de muerte.
Por ahora, los tres detenidos enfrentan cargos preliminares como coautores de homicidio simple, un delito que puede ser castigado con hasta 25 años de prisión. Sin embargo, las calificaciones podrían agravarse o cambiar, especialmente en el caso de Contreras, si se comprueba que no estuvo presente al momento exacto del crimen. Las autoridades también investigan a un cuarto sospechoso, aún no identificado, que habría colaborado de manera secundaria.
Suárez declaró ante la Policía que Rodas intentó abusar de su hija de 16 años, y que eso motivó su accionar. No obstante, fuentes judiciales indicaron que, incluso si repite esa versión ante la fiscal, es poco probable que dicha justificación altere la imputación legal.
El testimonio de los vecinos
Durante la mañana del jueves, mientras la vivienda seguía custodiada por uniformados y personal de Científica, periodistas del Diario Los Andes dialogaron con los vecinos de la zona, quienes brindaron detalles sobre el entorno en el que vivía Suárez.
“A las once de la noche estaba todo lleno de patrulleros. Salimos con mi hija a fumar y no podíamos creer lo que pasaba ahí, al lado nuestro”, contó una vecina aún conmocionada. Todos coincidieron en señalar que la mujer era conflictiva con la gente que frecuentaba su casa, aunque no tenía roces con los vecinos. “Vivía mucha gente, animales, hombres. Se insultaban, se golpeaban. Pero con nosotros, nada”, aseguró otra mujer.
Los testimonios recogidos por Los Andes también revelan situaciones alarmantes: “Hace unos meses mató un gato, y después a un perro que era de las nenas”, relató una vecina, que añadió: “Esto es un horror. Nadie imaginaba que iba a llegar a esto”.
También se conoció que, si bien Suárez debía permanecer bajo arresto domiciliario, era habitual verla caminar por la zona. Sus hijas —de entre 5 y 16 años— asistían a la escuela y solían regresar con comida en recipientes que les daban allí. Algunas versiones indican que la casa era usurpada; otras sostienen que Suárez vivía allí desde 2019 con su pareja, quien luego fue detenido, y que las niñas quedaron al cuidado de su abuela hasta que su madre fue beneficiada con la domiciliaria.
Una historia de violencia que estalló
Lo que para muchos vecinos era una casa conflictiva pero tolerada, se convirtió de pronto en una escena del crimen que estremece por su crudeza. El caso continúa bajo investigación, y la fiscalía determinará en los próximos días el grado de responsabilidad de cada uno de los implicados.
La tranquilidad habitual de ese rincón de Guaymallén se quebró con un hecho que nadie imaginó posible, aunque muchos reconocen ahora que las señales de violencia estaban allí desde hace tiempo.