“Bilardismo vs Menottismo en la cabeza de Scaloni”
Las antípodas del debate histórico generaron los cimientos para combinarse en la filosofía de Scaloni.
La relación de los conceptos que venimos analizando, táctica y estrategia, y cuánto pesa cada uno en las decisiones de un entrenador define el estilo de este. Podríamos decir que hay entrenadores “tacticistas” que justamente priorizan su esquema (4-4-2 o 5-3-2, etc) para luego en función de este elegir a los jugadores para ocupar cada lugar. Por otro lado, hay entrenadores “jugadoristas” que priorizan a las características de los jugadores, que condicionan el plan estratégico, por sobre un dibujo táctico específico definido.
A lo largo del tiempo, esta dicotomía en la manera de ver el juego ha permanecido en toda mesa futbolera argentina a través del debate “Bilardismo vs Menottismo”. El folclore llevó a estos enfoques a extremos opuestos: el “Bilardismo” defiende el lema “ganar como sea”, un absolutismo que parece prescindir de un plan, mientras que César Luis Menotti promovía su filosofía con la frase “el fútbol son nombres propios”, destacando la importancia del plan estratégico que las características de los jugadores permiten ejecutar.
Carlos Salvador Bilardo ponía un énfasis obsesivo en la colocación precisa de cada ficha en el pizarrón, minimizando los nombres detrás de ellas. Por su parte, Menotti sostenía que, al comenzar el partido, los jugadores se mueven y reaccionan de manera diferente, enfatizando más la estrategia que el orden rígido. En resumen, se enfrentan táctica vs estrategia, fichas vs jugadores y el fin de ganar como sea vs buscar los medios óptimos para ganar.
Por supuesto, estos extremos no son absolutos en todas las decisiones. Menotti no “tiraba” a los jugadores a la anarquía, sino que priorizaba reunir la mayor cantidad de jerarquía posible, cediendo en orden y equilibrio. Del mismo modo, Bilardo no ignoraba la calidad individual de Maradona, aunque en otras posiciones podía sacrificar jerarquía en favor de su esquema para anular al rival. Esta tendencia “Bilardista” de colocar las piezas en función de cancelar al oponente, y ganar a cualquier costo, incluso sobre el reglamento o la nobleza, ha generado detractores que tildan a la filosofía de “anti-fútbol”. Por su parte, los críticos del “Menottismo” lo consideran ingenuo o demasiado lírico por su énfasis en las formas y la estrategia más allá de la táctica y la obsesión por el resultado.
Uno de los grandes méritos de Scaloni ha sido reunir lo mejor de cada escuela y entender, en función del contexto, cuándo conviene pensar más como Bilardo y cuándo más como Menotti. Scaloni no renuncia al equilibrio ni a la jerarquía individual. Una manera habitual en que lo ha logrado es mediante la colocación de un jugador que, con pelota, sea un delantero más junto a Messi y el 9 de turno, y que sin pelota retroceda para ser un cuarto volante en un 4-4-2. Esta búsqueda de equilibrio explica por qué Messi, Julián y Lautaro juntos ha sido poco común, y en general, cuando los hemos visto, Julián no ha sido un delantero definido, sino que ha cumplido ese rol partiendo de la posición de volante por izquierda. Aunque no es óptimo, esta es una forma de mantener el equilibrio sin renunciar a la jerarquía individual de Julián. Cuando estaba Di María, u hoy con Nico González, esa función es más adecuada para ellos que para Julián. Aun así, lo claro es que de alguna manera el equilibrio y la idea de juntar individualidades está presente.
Sin embargo, este no es el único plan. Ante rivales inferiores y con menos necesidad de equilibrio en el medio, Scaloni suele emplear una estrategia de pressing alto y tenencia de pelota, utilizando un 4-3-3, como contra Polonia en el Mundial 2022. Scaloni no se casa con ningún esquema y, cuando es necesario ser ultra táctico, lo es. Contra Holanda (permítanme la licencia de no llamarlo Países Bajos como todo futbolero) en dicho mundial, priorizó el esquema 3-5-2, ingresando a Lisandro Martínez como tercer central y utilizando a Acuña y Molina de carrileros, para hacer espejo al esquema de Van Gaal. Esto buscaba un 1 vs 1 en toda la cancha, minimizando el riesgo de 2 vs 1 ante las proyecciones de los carrileros rivales, y que en un partido de fichas, Messi, con su jerarquía, lo destrabe, tal como ocurrió.
Podríamos decir que ese día Scaloni pensó más como Bilardo (con el agregado de que incluso utilizó el esquema atribuido al narigón). En contraste, en la final contra Francia, priorizó al nombre propio Di María como parte trascendental en un plan de buscar el partido de arranque. Al fin y al cabo, no se trata de quién tenía razón, Bilardo o Menotti, sino de que, según el contexto, una filosofía puede ser más razonable de aplicar que la otra.