Derribando mitos del vino
Una costumbre bien aprendida por los argentinos: el asadito del domingo
Es falso pensar que la única opción válida es carne con vino tinto.
En familia, con amigos o compañeros de trabajo; con carbón o a leña y en infinitos contextos, siempre se encuentra un motivo para llevar a cabo este ritual.
No hay mejor sensación que escuchar el timbre de tu casa, abrir la puerta y encontrar que el primer invitado trae bajo el brazo una botella de vino. Inmediatamente, el árbitro ha dado el pitido inicial para empezar el encuentro.
Cada vez que se organiza una de estas reuniones, es inevitable pensar que el vino será uno de los protagonistas, casi al nivel del asado. El anfitrión se dedica a elegir los cortes de carne con los que nos deleitará, mientras que los invitados hacen lo mismo con la selección de vinos y bebidas. Díganme si no es motivador asumir la responsabilidad de elegir las bebidas para lograr el maridaje perfecto. Porque siempre se quiere quedar bien; así como el aplauso es todo para el asador, la aceptación de la selección de vinos y bebidas lo es para ese Sommelier oculto del grupo. Parece una broma, pero es uno de los muchos roles que asumimos como profesionales: el de seleccionar los vinos en función del contexto. Elegir el vino perfecto para el asado no es tarea fácil.
Los vinos tintos históricamente han liderado el podio y decir que los blancos o rosados juegan como titulares sería engañarlos. Es cierto que, hoy en día, las cosa han cambiado un poco, pero los argentinos seguimos asociando las carnes asadas con vinos tintos. Es falso pensar que la única opción para el asadito son los vinos tintos y aquí derribamos otro mito del vino.
Siempre se ha dicho que los vinos blancos van con pescados y los tintos con carnes rojas. Sin embargo, les cuento que un buen Chardonnay o Viognier, con algo de crianza en barrica, puede maridar perfectamente con achuras y carnes rojas. De la misma manera, un delicado vino tinto a base de Pinot Noir puede ser una excelente opción para acompañar ciertos pescados.
Mi consejo es que prueben esta experiencia (siempre con moderación). Empiecen con un vermut o un vino blanco ligero y fresco para abrir el apetito. Luego, cuando ya estén "entrando en calor", pueden pasar a un rosado o blanco más gordito y después continuar con tintos jóvenes. Ya en la mesa, elijan un vino con poquito más de cuerpo, como un reserva o gran reserva, para disfrutar durante la sobremesa. Es cierto que la crianza en madera bien empleada estabiliza pero no define su calidad.
Como última recomendación, no se olviden que los vinos espumosos (prefiero secos) son muy versátiles y pueden ser una excelente opción para acompañar el asado. La función de la acidez del vino es similar al 10 lírico del equipo.
¡Chin Chin!