El vino: símbolo de amor y pasión
¿Qué tienen en común San Valentín y el vino?
Un brindis por el amor.
Para muchos, San Valentín es el día del amor puro, y es justo ahí donde quiero detenerme un momento. Los románticos, esos que parecen salidos de un cuento de hadas, y los “latin lovers”, como diríamos en los 90, son verdaderos entusiastas del amor. Y si hubo amor, siempre hay vinos de sobra.
El vínculo entre el vino y el amor es fascinante cuando hablamos de relaciones, ¿no? Pero, ¿Saben por qué celebramos San Valentín? Para resumirlo rápidamente, se rememora a un sacerdote que fue sacrificado por celebrar y casar a parejas en secreto. Y seguro se preguntarán, ¿Qué tiene que ver esto con los vinos? Bueno, en realidad, mucho. De hecho, esta sección la llamamos “Maridaje”, rindiendo homenaje a ese matrimonio tan único entre la comida y el vino… o preferible pensar, en este caso, entre el amor y sus placeres. Ese Blend de emociones, amores, sabores y sensaciones tiene todo que ver con el gusto por disfrutar la vida y no hay mejor forma que celebrarla con ese acuerdo imbatible.
Otro punto en común es el rol de Cupido, dios romano y mensajero del amor, que en cierto modo guarda relación con el Sommelier. Aclaro esto porque nosotros, como profesionales del vino, amamos lo que hacemos y es nuestra misión unirlos con el vino perfecto, logrando enamorarlos.
Entonces, ¿puede el vino representar el amor? Pues claro, me voy a poner en el rol de Cupido del vino y voy a recomendarles 4 vinos para que el maridaje en este San Valentín sea el más perfecto de todos.
La Pinot Noir, como primera variedad. Esta cepa se la conoce, entre otras, como “Cupido” gracias a su asociación con la fineza y el romanticismo. La suavidad y elegancia de este cepaje puede provocar muchos amores. Sin lugar a dudas que es una de las variedades más sensoriales.
Los vinos rosados, evocando a las rosas. Siempre para el día de los enamorados o eventos asociados al amor, regalamos rosas. Y por si no lo sabían, las rosas son uno de los descriptores aromáticos de muchos de los vinos rosados, espumantes y tintos. A parte, de ser las guardianas de muchos viñedos. Si alguna vez estuvieron en un viñedo podrán notar que en el comienzo de la fila de viñas es común que planten estas flores tan elegantes, delicadas y perfumadas.
Las burbujas o vinos espumosos. Estos caldos efervescentes son los principales testigos de las mejores bacanales y amoríos de todos los tiempos. Siempre vinculados a los festejos y poco al fastidio. Una noble botella de champán nos alegra el corazón a todos.
Los vinos dulces o cosechas tardías. Si pensamos en amor también pensamos en dulzura, y no el mes de la dulzura, en lo dulce que puede ser un gesto de amor o de la dulzura de la vida misma. Podemos encontrarlos con más o menos dulzor, del mismo modo que, con más o menos intensidad de amor. Y como en el amor, tienen diversidad para elegir múltiples etiquetas y amoríos.
Está claro que el amor y los vinos comparten más cosas en común de lo que uno cree o imagina.
¡Que viva el vino! ¡Que viva el amor!
Chin Chin.