Libros y recetas
Cocina y literatura: placeres que conjugan el maridaje perfecto
La comida suele ser el hilo narrativo en varias obras literarias aclamadas. Aquí va un repaso de algunos de esos libros consagrados al placer de la comida, en donde sus adorables personajes sucumben al mágico sabor y aroma de un plato.
Nada como la magdalena de Marcel Proust para demostrar que la comida es algo más que un alimento llevado a la boca. En la genial obra del autor francés, En busca del tiempo perdido, el sabor de esa masita embebida en té envuelve al protagonista en una felicidad repentina apenas toca su paladar. Un placer delicioso que lo estremece y lo aísla, que le genera algo extraordinario en su interior, y que finalmente dispara una cadena de recuerdos olvidados que lo traslada a su infancia y al amor de aquellos días.
La escena inspiró a la firma de animación Pixar para crear la bellísima película Ratatuille, estrenada en 2007, 94 años después de la publicación del primer tomo de la novela francesa. Es inolvidable el instante en que el malvado crítico culinario Anton Ego experimenta un sinfín de emociones indescriptibles, que lo transportan a su niñez plena de alegría, al probar el famoso plato de verduras. Nada más y nada menos que un puro efecto proustiano.
De alguna manera, Proust sabía, quizá sin hacerlo consciente, que no comemos solo por hambre. Al narrar ese mundo de sensaciones internas que lo llevaron al recuerdo de su tía Léoni preparándole ese bocado exquisito, dejó expuesto que la cocina es una experiencia amplia; una práctica en la que influyen los sentidos, la memoria y el deseo, enlazada con otras disciplinas que la explican o la complementan. La gastronomía es creación y técnica, pero también, arte y ciencia.
No es extraño entonces que la comida sea el hilo narrativo en varias obras literarias aclamadas, que transmiten con sus relatos y recetas fabulosas la idiosincrasia y cultura de una época, de un país o una región.
Si a usted, al igual que yo, le gusta tanto la cocina como la literatura, aquí va un repaso de algunos de esos libros consagrados al placer de la comida, en donde sus adorables personajes sucumben al mágico sabor y aroma de un plato. La intención no es recomendar precisamente En Busca del tiempo perdido, porque es una obra compuesta por siete volúmenes publicados entre 1913 y 1927, que van más allá de la magdalena y narran el paso de la Belle Époque a la Primera Guerra Mundial. No es lo más cómodo para leer en la playa, pero si usted tiene tiempo y ganas, ¡avanti!
La cocina bajo la visión literaria
En cambio, hay novelas más cortas, con una prosa ágil y pluma exquisita, en las que la cocina y la literatura configuran un maridaje perfecto. Estos son las cinco obras imperdibles, que en su mayoría fueron llevadas a la pantalla grande.
Gabriela, clavo y canela, de Jorge Amado. El autor recrea con su lirismo perfecto las recetas de su Bahía Natal en manos de una mulata que llega a Ilhéus para enloquecer al dueño de la posada y los moradores con sus delicias. Es una historia de amor, que transcurre en 1925, en pleno auge del cacao y en medio del dominio y violencia que los hacendados imponen en el pueblo. Nada que pueda impedir una irrefrenable pasión entre Gabriela y el árabe Nacib, entre ollas, sabores de mar y aceite de dendé. En cine, fue protagonizada por Sonia Braga y Marcello Mastroianni.
Cómo agua para chocolate, de Laura Esquivel. Un clásico. Un amor imposible y dos amantes que viven su pasión a través de platos mágicos y tradicionales mexicanos. En medio de la Revolución, Pedro y Tita se aman con locura, pero ella está condenada a la soltería para cuidar a su madre hasta que esta se muera. Y para estar cerca de su amada, Pedro se casa con su hermana Rosaura. Las recetas de la protagonista están cargadas de sabor, intensidad y emociones profundas, que se transmiten a Pedro y a otros comensales. Una suerte de folletín gastronómico, caliente como el agua que se necesita para derretir el chocolate. Fue llevada a la pantalla grande por el director Alfonso Arau en 1992, por entonces marido de Esquivel, quien también se encargó del guión.
Afrodita, de Isabel Allende. Un recetario de divagaciones y cocina erótica. La genial autora chilena indaga sobre los alimentos afrodisíacos y recuerda que, desde tiempos inmemorables, la humanidad ha recurrido a sustancias, pociones mágicas, juegos y artilugios para alimentar el deseo erótico.
“Me arrepiento de los platos deliciosos rechazados por vanidad, tanto como lamento las ocasiones de hacer el amor que he dejado pasar por ocuparme de tareas pendientes o por virtud puritana, ya que la sexualidad es un componente de la buena salud, inspira la creación y es parte del camino del alma (…). Por desgracia, me demoré treinta años en descubrirlo”, dice Allende al inicio de su relato. Bellísimo.
Chocolate, de la británica Joanne Harris. En 1959, Vianne Rocher, una madre soltera, llega con su hija Anouk a un pueblo francés ultra conservador para poner una chocolatería y trastornar de placer a sus reprimidos habitantes. El pueblo se divide entre los que compran a escondidas los riquísimos bombones, chocolates y pociones mágicas, algo que despierta todos sus sentidos, y quienes siguen las reglas de la Iglesia y consideran a este manjar el primer paso hacia la tentación y el pecado. Fue adaptada al cine en 2000 y protagonizada por Juliette Binoche y Johnny Depp.
El difícil arte de amar, de Nora Ephron. Con su delicioso y ácido humor, la autora de Cuando Harry conoció a Sally, relata el final de un matrimonio ´perfecto´ entre infidelidades, venganza, terapia de grupo y cacerolas calientes. Embarazada de siete meses, la protagonista descubre que su marido está enamorado de otra mujer. Desolada, busca alivio con sus recetas de sus propios libros de cocina. La novela llegó al cine en 1986, con Meryl Streep y Jack Nicholson en los papeles estelares.
Cinco novelas para darse una panzada y disfrutar de la cocina bajo la visión literaria.