Judiciales
Un debate necesario: ¿Los menores deben ser condenados a prisión perpetua?
Mientras escasean las condenas a adolescentes, estos siguen cometiendo todo tipo de delitos con bastante impunidad. El asesinato de Kim fue el último.
El asesinato de la pequeña Kim vuelve a poner sobre la mesa el tema de las condenas a menores de edad porque los presuntos asesinos son dos adolescentes.
Un tema complejo que deja al descubierto un enorme agujero judicial: desde 1999 solo hubo una docena de condenas a perpetua para menores de edad.
La primera fue en abril de 1999, cuando el Tribunal Oral de Menores Nº1 de la Ciudad de Buenos Aires, en una sentencia histórica, condenó a dos jóvenes de 16 y 17 años, que habían cometido varios homicidios.
El tribunal estaba compuesto por los jueces Eduardo Albano, Marcelo Arias y el juez subrogante Claudio Gutiérrez de la Cárcova. El fallo generó una intensa polémica debido a la severidad de las penas impuestas a menores de edad.
Años más tarde, en agosto de 2012, la Sala II de la Cámara Federal de Casación Penal declaró inconstitucional la aplicación de penas de prisión perpetua a quienes eran menores al momento de cometer los delitos. Esta decisión se basó en la necesidad de adecuar la legislación argentina a los estándares internacionales en materia de derechos humanos y protección de los derechos del niño.
Posteriormente, en julio de 2013, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado argentino por la imposición de perpetua a cinco jóvenes por delitos cometidos cuando eran menores. La Corte consideró que estas sentencias violaban los derechos a la integridad y libertad personal de los condenados.
Los fallos reflejan la evolución de la jurisprudencia y del debate en torno a la responsabilidad penal de los menores y de la proporcionalidad de las penas impuestas en la Argentina.
Por supuesto, los delitos brutales no son novedad; tampoco que los menores participen de ellos. La diferencia es que, en otras épocas, había criterios diferentes. Por ejemplo, en 1972, la Policía habría tenido la orden de “ejecutar” a Robledo Puch, el mayor asesino serial de nuestra historia. No lo hicieron porque lo detuvieron en presencia de su madre Aída Josefa Habendak, quien siempre defendió a su hijo.
Lo cierto es que el juez Víctor Sasson se encargó de que no saliera nunca de la cárcel. Sasson dio órdenes de que debía ser informado inmediatamente en caso de que Robledo Puch se fugara, tal como ocurrió un par de veces. Esto era así porque, ante el juez, al momento de la sentencia, el joven de 20 años lo había mirado a la cara y había amenazado a su familia y, en especial, a su hija, dando detalles escabrosos de lo que le pensaba hacer en caso de encontrarla.
Volviendo al debate de la inimputabilidad, cabe recordar que el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, adelantó, el año pasado, que la debería bajar a los 13 años. En este sentido, vayan algunos ejemplos. En Inglaterra y en Suiza desciende a los 10 años. Y en Estados Unidos existe el “delito con pena de adulto” para algunos crímenes, como los homicidios.
Más allá del dolor que provoca el asesinato de Kim, una oportunidad para tomar medidas y evitar que algo parecido vuelva a ocurrir.