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Tolerancia Cero: Macri y Wolff van por la agenda woke y el delito
Baja del delito, purga interna de la corrupción policial y batalla cultural.
Jorge Macri sabe que si no endurece su mirada en algunas áreas de Gobierno y empodera algunos funcionarios, el 2025 puede ser una migraña inolvidable para el PRO, la marca más ganadora de la historia del distrito. Así entonces, el alcalde parece haber tomado nota y empieza a delinear algunos pasos que marcarán su 2025 en términos políticos y de aspiración personal. Tomará distancia de la herencia cultural que heredó de Horacio Rodríguez Larreta y le dará más poder a Waldo Wolff, tal vez el único ministro ponderado dentro de un alicaído equipo de Gobierno.
Desde su llegada al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri ha enfrentado el desafío de liderar una de las ciudades más dinámicas y complejas de América Latina. Con grandes expectativas puestas en lo que fue la gestión en Vicente López, su mandato ha estado marcado por logros destacables en áreas clave como la seguridad y el manejo de los piquetes, pero también por importantes críticas relacionadas con la administración del espacio público y la movilidad urbana.
Sin duda, uno de los pilares fundamentales de la gestión de Jorge Macri ha sido la seguridad, una preocupación constante para los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires. Para enfrentar este desafío, Macri depositó su confianza en Waldo Wolff, quien asumió un papel protagónico como ministro de Seguridad. Desde el inicio, la gestión ha mostrado un enfoque claro: priorizar la prevención del delito y fortalecer la presencia de las fuerzas de seguridad en las calles.
Los resultados no tardaron en llegar. Según informes oficiales, los índices de delitos como robos y hurtos han disminuido significativamente en varios barrios clave, especialmente en zonas que anteriormente eran consideradas puntos críticos, como Once, Constitución y Barracas.
Este logro se debe, en gran parte, a una estrategia basada en la redistribución inteligente de recursos, el uso de tecnología avanzada, como cámaras de vigilancia con inteligencia artificial, y la creación de una red de alerta vecinal que conecta a los ciudadanos con las fuerzas de seguridad en tiempo real, los famosos puntos seguros.
Wolff también se ha destacado por su capacidad de articular con fuerzas federales, logrando acuerdos que permiten un trabajo conjunto en áreas donde la Ciudad enfrentaba limitaciones. Estas medidas no solo han mejorado la percepción de seguridad, sino que también han reforzado la confianza de los vecinos en la administración. Sin embargo, aún existen desafíos por resolver, como el narcotráfico y los delitos complejos que afectan a zonas más calientes de la capital.
Mantener los avances logrados y consolidar una política de seguridad sostenible a largo plazo será clave para el éxito de esta gestión. Otro de los temas más sensibles para los porteños ha sido el impacto de los piquetes y manifestaciones en la vida cotidiana. La Ciudad de Buenos Aires, como epicentro político y económico del país, ha sido históricamente escenario de protestas que, en muchos casos, paralizan la circulación y generan caos en el tránsito. Durante la gestión de Jorge Macri, se ha adoptado una postura firme para enfrentar este problema, priorizando el derecho de los ciudadanos a circular libremente.
Entre las medidas implementadas se destacan los protocolos de desalojo rápido, diseñados para evitar que los cortes se extiendan por horas y perjudiquen a millones de personas.
Además, se ha fomentado un diálogo previo con los organizadores de las protestas, buscando minimizar el impacto en las calles. Esta política ha dado frutos: según datos recientes, la cantidad de piquetes se ha reducido significativamente en comparación con gestiones anteriores, lo que representa un alivio para los trabajadores, comerciantes y vecinos afectados. Sin embargo, algunos sectores han cuestionado los límites de la intervención estatal, argumentando que, en ciertos casos, se ha restringido el derecho legítimo a la protesta. Este debate pone de manifiesto un desafío inherente a cualquier gobierno: encontrar el equilibrio adecuado entre garantizar la convivencia ciudadana y respetar los derechos constitucionales. En este sentido, la gestión de Jorge Macri ha demostrado una capacidad de acción firme, aunque no sin generar tensiones en el camino.
El espacio público, no vale hacer cosas en años de campaña
A pesar de los avances en seguridad y en el manejo de los piquetes, la gestión de Jorge Macri en espacio público ha sido uno de los puntos más criticados de la administración. La Ciudad de Buenos Aires cuenta con una riqueza única en su patrimonio urbano, desde sus plazas y parques hasta sus icónicas avenidas y barrios históricos. Sin embargo, muchos de estos espacios presentan un estado de abandono que genera preocupación entre los vecinos. Plazas emblemáticas como la Plaza Houssay, el Parque Lezama o la Plaza Irlanda evidencian problemas recurrentes de iluminación, limpieza y mantenimiento. Estos déficits no solo afectan la estética de la Ciudad, sino también la seguridad de quienes transitan por estos espacios, especialmente durante la noche. Los vecinos han manifestado su descontento a lo largo del año en distintas redes sociales, argumentando que la basura se acumula, las ratas transitan libremente y el olor se volvió moneda corriente en la vida diaria.
Además, la expansión de desarrollos inmobiliarios en zonas como Palermo, Belgrano, Villa Urquiza y Caballito, ha generado tensiones entre los intereses privados y el bienestar vecinal. Si bien estas obras contribuyen al crecimiento económico, también han provocado una sensación de pérdida del carácter propio de los barrios, generando debates sobre la necesidad de una planificación urbana más equilibrada y sostenible.
El tránsito: de semáforos coordinados a poco inteligentes
Uno de los problemas más persistentes en la Ciudad de Buenos Aires es el tránsito. A pesar de los esfuerzos por mejorar la infraestructura vial y promover formas de movilidad sustentable, como las ciclovías y los carriles exclusivos para transporte público, los embotellamientos siguen siendo una constante que afecta la calidad de vida de los porteños.
Las obras viales, si bien son necesarias, han generado complicaciones adicionales debido a que para arreglar un pozo, a veces están dos meses. Esto ha afectado tanto a conductores como a peatones, quienes deben enfrentar desvíos y cortes que complican aún más la circulación.
A pesar de estos desafíos, la Ciudad ha logrado ciertos avances, como la incorporación de tecnologías para la sincronización de semáforos, que en cierta medida no están siendo de mucha utilidad, ya que antes de ser inteligentes, eran capaces de estar coordinados a la perfección y ahora pasas de verde a rojo en tan solo una cuadra. Por más que el gobierno ponga énfasis en estos aspectos, dichas medidas aún no son suficientes para resolver un problema que requiere soluciones más ambiciosas y coordinadas.
¿Hacia dónde va Jorge Macri?
Queda claro que la gestión de Jorge Macri está dejando mucho que desear y a lo lejos, allá muy por detrás, asoma una Libertad Avanza que está con hambre de gobernar una ciudad que viene siendo esquiva a otros partidos que no sea el PRO. Por ahora la Ciudad está haciendo equilibrio, pero depende de la lealtad de sus votantes históricos, esos que hoy por hoy miran de reojo y murmuran por lo bajo que extrañan a Horacio Rodríguez Larreta.
La pregunta que surge, entonces, es: ¿podrá Jorge Macri consolidar los aciertos de su gestión y revertir las deficiencias en el tiempo que le queda al frente de la Ciudad? Esta es una incógnita que sólo el tiempo y las decisiones futuras podrán responder. Hay tiempo, pero las cosas no se hacen en campaña.