Comercio internacional
¿Quién gana y quién pierde con la guerra de aranceles que acaba de iniciar Trump?
Estados Unidos estableció aranceles de castigo y despertó represalias en China y Canadá, en tanto acaba de darle un mes de gracia a México. Reacción positiva en Chicago. Cuánto puede afectarnos en el peor de los casos.
El presidente Donald Trump pateó un hormiguero. Creó una instancia de caos y confusión que no puede sino traer noticias poco amigables para el valor de los granos, al menos en lo inmediato.
Como en un juego con cartas marcadas, el mercado venía descontando el escenario que acaba de cobrar vida el martes, con fondos que salen de posiciones compradas y cotizaciones de soja, maíz y trigo cada vez más deprimidas. Es que Trump había dejado en claro sus intenciones de ir contra los principales clientes que utilizan los productos agrícolas del país, y la respuesta de inversores y operadores no podía ser otra.
Este último martes se acabó la paciencia del presidente, que no encontró satisfacción a sus demandas vencido el periodo de clemencia que había otorgado a México, Canadá y China. Sin hesitar, puso en marcha aranceles del 25% para los productos de los dos primeros, y un 10% adicional en el caso del gigante asiático, lo que lleva la tarifa a un 20%. Así, abrió la puerta de un escenario donde todo puede suceder, pero que en lo inmediato es un verdadero dolor de cabeza.
La respuesta de Beijing estaba preparada desde hacía largo rato: aranceles del 15% al pollo, el trigo, el maíz y el algodón estadounidenses, y una tarifa del 10% para sorgo, soja, carne de cerdo, carne vacuna, frutas, verduras y productos lácteos. Esto se suma a un 10% para la maquinaria agrícola de este país, entre otras cosas, que ya estaba vigente.
Paralelamente, se suspenden las importaciones de soja de tres compañías estadounidenses: CHS Inc., Louis Dreyfus Company Grains Merchandising LLC y EGT LLC, lo que aumenta la tensión entre ambos países.
No termina ahí. China quiere negociar, pero reitera que si no hay acuerdo vendrán determinaciones más fuertes, y se espera que el sector agrícola se vea nuevamente involucrado en ellas. Los que conocen el paño aseguran que aún faltan las medidas más importantes, en especial la respuesta monetaria del Banco Popular de China y el paquete fiscal que se anunciará en el Congreso Nacional del Pueblo. Es lo que indicará cuán decidido está el gobierno a usar el estímulo fiscal y monetario para compensar las tarifas de Trump.
La pelea con los chinos encuentra a los asiáticos mucho mejor preparados que en 2018. Y además, el negocio es otro.
Lo del presidente estadounidense era tan previsible que la situación es distinta a la de su primer periodo, cuando encontró a los asiáticos con la guardia baja. Los chinos estaban esperando esta jugada y se han preparado en consecuencia.
En aquel momento, Beijing impuso fuertes aranceles a productos agrícolas estadounidenses, lo que provocó que las ventas de soja de ese país a China cayeran casi un 80% en dos años, y Brasil se llevó gran parte de ese comercio. El Banco Central chino también permitió que el yuan se depreciara un 11,5% durante ese período, lo que ayudó a compensar parte del impacto de los aranceles estadounidenses, a despecho de las quejas de la Casa Blanca.
Con este antecedente, Peter Navarro, asesor principal de Trump para comercio y manufactura, advirtió a China que no manipule su moneda, so pena de desatar una mayor escalada de aranceles.
Canadá, por su parte, impuso tarifas del 25% contra US$ 155.000 millones de productos estadounidenses, comenzando con aranceles sobre US$ 30.000 millones de forma inmediata y sobre los US$ 125.000 millones en 21 días.
A su turno, la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, avisó que su país cuenta con diversos planes que pondrá en marcha a la brevedad. Luego habló con Trump y hubo una prórroga para algunos aranceles.
Como en un loop diabólico, Trump agregaría nuevos ingredientes a este coctel explosivo. El mandatario alertó el lunes a los agricultores de Estados Unidos que deben prepararse para vender sus granos en el país. “Los aranceles se aplicarán a los productos externos a partir del 2 de abril. ¡Diviértanse!”, escribió en su plataforma privada de redes sociales, aunque omitió los detalles de esta nueva movida proteccionista.
Volviendo a las medidas que Trump había adoptado en su primera presidencia, es altamente probable que el farmer termine siendo subsidiado por toda la sociedad a los efectos de evitar quiebras masivas. Es exactamente al revés de lo que se verifica en la Argentina.
Las tarifas aplicadas a China pueden significar el certificado de defunción para la soja estadounidense en este mercado.
“La última vez, cuando enfrentamos aranceles a las importaciones de acero y aluminio de China en 2018-19, el costo de fabricación de los equipos agrícolas aumentó un 78%”, recuerdan en el sector metal mecánico estadounidense. El consejo para el farmer es invertir en las compras de los equipos que vaya a necesitar mientras aún hay inventario.
Muchos fabricantes estadounidenses han pasado décadas operando bajo el acuerdo de libre comercio con el resto de América del Norte, lo que los llevó a establecer sus operaciones de fabricación y sus cadenas de suministro, incluyendo mucho insumo importado, atadas a este esquema. Las nuevas reglas de juego los agarran mal parados, sin duda.
Es curioso, este desparramo de aranceles cruzados amenaza con perturbar el mercado mundial, en su mayor parte sin trabas, que fue construido en buena medida por el propio Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. Los expertos entienden que es probable que el negocio global evolucione alejándose de los intereses del país de las barras y las estrellas.
¿Sirve repasar lo ocurrido en 2018 para tratar de entrever lo que viene? En principio, es posible proyectar una caída en la demanda externa de maíz y soja estadounidenses, aumentando los stocks finales y deprimiendo precios. El consejo es prepararse para tiempos de elevada volatilidad y considerar coberturas o ventas oportunas para protegerse.
Por lo pronto, lo concreto es que los granos de la gruesa vienen a los tumbos desde hace días, anticipando este escenario. La soja perdió US$ 33 desde comienzos de febrero, y el maíz US$ 27 desde mediados del mismo mes. La pregunta es si ya tocamos fondo con los precios o aún restan padecimientos. La respuesta no es sencilla. Hay muchos agricultores que todavía tienen maíz y soja de la temporada anterior sin vender, esperando un mejor precio. Y se registra poca venta de la nueva cosecha. Es decir, hay oferta dando vueltas.
Desde Farm Futures opinan que es probable que el precio no tenga mayores chances de mejora hasta que se haya trillado y almacenado la nueva campaña estadounidense y se tenga noción de la magnitud de la cosecha 2025/26 en Brasil.
Por cierto, en la región se empieza a analizar el tema. Se baraja la idea de que el escenario es bajista, pero no tanto como en 2018. Los datos demuestran que durante aquella guerra comercial los precios en Chicago para la soja cayeron 20%, en tanto en Brasil cedieron un 10%.
Aquel año, China redobló sus esfuerzos por diversificar sus proveedores, especialmente Brasil, que no recibió un mejor precio por su soja, pero sí amplió su share, quitándole una porción vital del negocio a Estados Unidos. Pero, cuidado, esta es otra China, menos demandante, y otro Brasil, con soja hasta donde se pierde la vista.
Entre nosotros ocurrió algo parecido, porque a pesar de todo, Chicago continúa siendo el mercado de referencia; los valores de exportación se siguen formando con primas y descuentos versus las cotizaciones en esa plaza. Un reconocido productor argentino dice que la guerra de tarifas de Trump no debería modificar la cotización de nuestros granos, y desconfía de lo que vayan a hacer los exportadores aprovechando la gran confusión.
A mano alzada, y con muchas cosas por definir, la sensación es que la Argentina, Brasil y Uruguay van a aumentar sus despachos al mundo ante la ayuda que acaban de recibir del principal habitante de la Casa Blanca. Obtener un mejor precio por ellos suena menos probable.
Todavía reina el caos, pero en algún momento no muy lejano deberá decantar el nuevo escenario. Conviene estar preparados para cualquier cosa. Tener un plan en caso de que el precio baje más de lo esperado. Protegerse para poder dormir tranquilos.
Nadie gana en una guerra comercial. Los aranceles raramente logran el cometido para el cual fueron creados Todo lo que conducen es a aumentos de costos, posiblemente recesión y menor competitividad global.