COLECTIVO DESMANTELADO
Politiquería feminista, ¡afuera!
De la sororidad al silencio: cómo el colectivo de actrices argentinas pasó de ser un motor de cambio a un ejemplo de incoherencias y divisiones.
Según la Real Academia Española la "sororidad" no es más que la solidaridad y hermandad entre mujeres con el objeto de crear redes de apoyo. Ser sorora implica entonces, unirse en la causa por la que abogan ciertas mujeres con el fin de llegar a una equidad social en materia de derechos y deberes.
Todo suena muy lindo en el discurso. Esta palabra que se puso tan de moda estos últimos años se transformó en el catalizador que propulsó fuertemente al colectivo de actrices argentinas. Todas nucleadas bajo el mismo lema, con un norte bien marcado.
Ahora me pregunto...¿Que sucede con aquellas mujeres que no adscriben esa misma mirada tan fundamentalista sobre la realidad? ¿Cómo encajan aquellas mujeres que no despilfarran un odio visceral hacia lo masculino? ¿Dónde entran aquellas otras que no están de acuerdo con ciertas formas y fanatismos? ¿Y si pienso políticamente distinto a las chicas del colectivo?¿Qué ocurriría si siendo mujer no comprendo algunas premisas, como dejarte crecer los vellos debajo del brazo o en las piernas, como artilugio de rebelión?
La respuesta es CLARA: quedás automáticamente afuera.
Este colectivo tomó altísima velocidad en 2018 a raíz de la denuncia "cuasi cinematográfica" por abuso sexual contra Juan Darthes luego de las declaraciones detalladas que hizo Thelma Fardin. Repentinamente, un país entero las apoyaba. La eclosión fue arrolladora. Fue licito: el 10 de junio de 2024 el actor fue condenado a 6 años de prisión por estupro y violencia sexual a una menor.
Más acá en el tiempo, el colectivo no tiene ruedas siquiera. Quedó totalmente desmantelado. Si pudiera tener una charla con ellas les preguntaría cómo es que pudieron destruir algo que nacía con tanto brío en tan poco tiempo. A decir verdad, las chicas se transformaron en una verdadera máquina de destruir.
Fueron, a lo largo de estos escasos años una letanía de incongruencias. Alineadas a un poder político que terminó completamente diezmado y fuera de la cancha, las chicas demostraron no poder sostener con hechos sus tan ampulosos discursos. Y lo pagaron caro.
Desde idolatrar a un Maradona, con tantos antecedentes (inclusive de abuso a una menor cubana), hasta mantener un imprudente silencio frente a las aberraciones que padeció la ex Primera Dama Fabiola Yáñez.
Hace poco Ulises Jaitt me contó como obviaron la muerte de Natacha, la evasiva ante el tema por parte de todas. No puedo olvidarme de la omisión que hicieron ante el caso Lucio Dupuy, niño asesinado por su madre y su pareja mujer, del modo más cruento en el cual se puede arremeter contra una criatura. Y la inminente salida de varias de sus ex integrantes: Flor de la V y Viviana Saconne, ambas denunciando una deconstrucción "selectiva" frente a ciertos temas
Hace un tiempo en twitter me enojé con Muriel Santa Ana, básicamente, por creer que hacía apología barata del aborto. Por no comprender la diferencia entre LEY y la mera acción de abortar. Me escribió un mensaje larguísimo cuestionando mí manera de pensar casi sin conocerme. Luego me bloqueó. Todo teñido de un inentendible infantilismo. Me habló de ego y falta de empatía. Me pregunto cuánto de lo que me endilgó tiene más que ver con ella que conmigo...
Las pañuelo verde no han podido resistir archivos ni ser consecuentes con el mensaje que pregonaron. Están sumidas en un ostracismo absoluto. Reprobadas por una basta parte de la sociedad y mancilladas por sus propios errores. Nunca una autocrítica. Nunca una autorevisión. La soberbia se paga caro. Y estas chicas a las que casi ya no se las ve trabajar, han quedado erosionadas del mapa.
Afortunadamente.