Un panorama complicado
Milei camina por una cuerda floja

Periodista.
A pesar de su reciente triunfo legislativo, el horizonte político aparece bastante complicado. El gobierno necesita el acuerdo con el FMI y mostrar resultados. Pero su gestión enfrenta varias amenazas en pleno año electoral.
Javier Milei acaba de salir indemne de una semana que bien podría haber sido su Waterloo. Con la aprobación en Diputados de un DNU clave para negociar con el FMI, el presidente libertario anotó un punto en un tablero donde los riesgos abundan. La calle, contenida por un operativo policial más aceitado, y el Congreso, sostenido por aliados como el PRO, le dieron un respiro que algunos no dudan en calificar de milagro. Pero los milagros, en política, son efímeros. Mientras Milei celebra, el horizonte se oscurece: el Senado sigue siendo un terreno minado, la oposición afila cuchillos y el Congreso amenaza con convertirse en un volcán. Todo esto, con la campaña electoral asomando como una chispa sobre un polvorín. ¿Podrá el presidente mantener este delicado equilibrio cuando las tensiones políticas estallen?
Días atrás, la Cámara de Diputados le dio a Milei una victoria que, hace meses, parecía impensable. Con el apoyo del PRO y una oposición fragmentada, se aprobó un Decreto de Necesidad y Urgencia que allana el camino para un nuevo acuerdo con el FMI, una pieza vital en el rompecabezas económico del gobierno. No fue un trámite menor: el respaldo de aliados circunstanciales y la ausencia de un bloqueo opositor permitieron que el texto pasara a un Senado donde la suerte de Milei pende de un hilo. El triunfo es un bálsamo para un gobierno que necesita mostrar resultados frente a una inflación que desacelera pero sigue pesando, y un dólar que, aunque estabilizado, enfrenta presiones.
El dólar CCL ajustado por inflación hoy está en $1250, un contraste notable con los $3500 del inicio del mandato de Milei y los $4250 previos a las elecciones de 2023. Algún analista económico que escribe los viernes sigue clamando devaluación y corrida cambiaria, aunque sus vaticinios nunca se han cumplido (mucho menos, el panorama que le planteó al jefe de su grupo). Este logro cambiario apuntala la narrativa oficial, pero no disipa las dudas sobre su sostenibilidad.
El alivio, sin embargo, tiene fecha de vencimiento. La oposición K, aunque golpeada, no se queda quieta. El escándalo de la criptomoneda Libra, que salpica al entorno presidencial, ya está en la mira de legisladores que planean citar a figuras como Karina Milei. El kirchnerismo, debilitado tras la fractura de su bloque en el Senado con cuatro senadores formando un grupo disidente, busca recuperar terreno con críticas al ajuste y al pacto con el FMI. Por ahora, el gobierno respira, pero el reloj sigue corriendo.
Milei gobierna en un país donde el Congreso no es un aliado natural, sino un campo de batalla donde las lealtades son frágiles y los intereses, volátiles. La aprobación del DNU mostró que el presidente puede tejer acuerdos, pero estos son más un pacto de conveniencia que una coalición sólida. El PRO, su principal sostén en el recinto, no oculta sus propias ambiciones, y las tensiones internas ya asoman: algunos gestos pragmáticos de Milei, como ceder un yacimiento minero a Catamarca, chocan con su discurso antisistema y generan murmullos entre sus socios. Mientras tanto, el kirchnerismo huele sangre. El PJ, con Cristina Kirchner enfrentando un doble golpe judicial y político por el rechazo en Casación y sanciones de EE.UU., intentará convertir el Congreso en un escenario para desgastar al gobierno. ¿Buscarán un nuevo caso Grillo en la votación del Senado? No es de extrañar que le quieran imponer a Milei un Maldonado, un Kosteki o un Santillán.
La campaña electoral que se avecina es el combustible que podría hacer estallar este volcán. Con las elecciones legislativas en el horizonte, cada diputado y senador sabe que su supervivencia política depende de cómo se posicionen frente a Milei. La polarización, que hasta ahora benefició al presidente, podría volverse un arma de doble filo si el recinto se transforma en un circo de acusaciones y maniobras. El escándalo Libra, las negociaciones con el FMI y el impacto de un dólar que, pese a su ajuste a $1250, sigue bajo presión, serán munición para un kirchnerismo que no ha perdido su instinto de supervivencia.
El milagro de Milei no es sólo haber llegado al poder sin un partido tradicional, sino haber sobrevivido a meses de tormentas sin hundirse. Su audacia, su discurso disruptivo y los resultados económicos lo mantienen a flote. Luis Caputo, ministro de Economía, tuiteó que el salario real promedio del empleo registrado (SIPA) creció un 1,6% mes a mes en enero de 2025, un 5% por encima de noviembre de 2023, alcanzando el poder adquisitivo más alto en cinco años. Este dato refuerza la narrativa de un gobierno que empieza a mostrar números positivos. En esta línea, Pablo Quirno, Secretario de Finanzas del Ministerio de Economía, ha sido una figura clave en la ejecución de la estrategia fiscal, trabajando en silencio para apuntalar las reservas y negociar con el FMI, un rol que complementa la exposición pública de Caputo.
Pero Milei no es invencible. Su falta de un aparato político sólido lo expone a crisis que no puede anticipar ni controlar del todo, y el Congreso es el reflejo perfecto de esa vulnerabilidad. El acuerdo con el FMI, si se concreta, podría consolidar las cuentas, pero a costa de más ajustes que podrían erosionar su apoyo popular. Si el dólar se dispara o la inflación repunta, el "Efecto Trump" —un factor externo impredecible— podría complicar el panorama. Milei camina por una cuerda floja: su fortaleza está en la fe que despierta en sus seguidores y en datos como el salario real, pero la realidad, como siempre en Argentina, no perdona los tropiezos. Esto no es un juego de ajedrez; es una partida de dinamita donde un solo paso en falso puede hacer volar todo por los aires. El FMI, las urnas y un recinto al borde del caos serán los detonadores. Milei apostó a domar el fuego con audacia, pero en Argentina, los volcanes no se negocian: erupcionan, arrasan y reescriben la historia.