Mitos de la "Conquista del Desierto".
Mentiras del revisionismo: las atrocidades que cometieron los indios
La historia de la frontera argentina en el siglo XIX está marcada por episodios de violencia extrema que han dejado una huella imborrable en la memoria colectiva. Mientras algunos sectores insisten en perpetuar una visión revisionista y sesgada de la “Conquista del Desierto”, es crucial abordar los hechos con objetividad y reconocer las atrocidades cometidas por los indígenas contra las poblaciones cristianas. Este artículo busca arrojar luz sobre los crímenes de los malones, el trato inhumano hacia los cautivos y el sufrimiento de quienes vivieron en carne propia el terror de la frontera.
Los malones: el terror de las poblaciones fronterizas
Los malones fueron una práctica sistemática de los indígenas que sembró el pánico en las zonas fronterizas de Argentina. Estos ataques no solo tenían como objetivo el saqueo de bienes materiales, sino también la destrucción y el sometimiento de las poblaciones cristianas. Testimonios de la época relatan cómo los indígenas incendiaban cosechas, mataban a civiles indefensos y cometían actos de violencia extrema, incluyendo violaciones y secuestros.
Un relato desgarrador proviene de una cautiva de Villa Mercedes, quien describió el momento en que su vida cambió para siempre:
“Yo tenía por entonces unos 20 años… Como a eso de las once, mis hermanos menores gritaron: ‘¡Dispare, que vienen los indios!’. Salí corriendo al patio y vi a unos 200 indios rodeando la casa, gritando ‘¡Matando cristiano!’. Uno de ellos me agarró de las trenzas y me lanzó sobre su caballo, gritando: ‘¡No escapando, cristiana linda, llevando toldo!’. De mi mamá no supe más nada… Los indios mataron a niños que ni siquiera podían caminar, ensartándolos con lanzas como si fueran juguetes”.
Estos testimonios no son casos aislados, sino parte de una realidad que se repetía una y otra vez en las zonas fronterizas.
La vida de los cautivos: esclavitud y sufrimiento
Los cautivos cristianos sufrían un destino aún más cruel. Una vez capturados, eran tratados como esclavos, sometidos a trabajos forzados y vendidos como mercancía entre las tribus. Las mujeres, en particular, enfrentaban un calvario de abusos físicos y psicológicos. Lucio V. Mansilla, en su obra "Una excursión a los indios ranqueles", describió con crudeza el destino de las cautivas:
“Debían lavar, cocinar, cortar leña con las manos, domar potros y servir para los placeres brutales de sus captores. Aquellas que se resistían eran asesinadas a golpes o azotes. Cuando el indio se cansaba de ellas, las vendía o regalaba, condenándolas a un nuevo ciclo de sufrimientos”.
La situación llegó a ser tan alarmante que en Buenos Aires se creó una asociación dedicada a reunir fondos para rescatar a los cautivos. Para los caciques, este comercio humano era un negocio sumamente redituable.
Testimonios impactantes: la crueldad en primera persona
El francés Auguste Guinnard, quien estuvo tres años cautivo entre tribus del sur, dejó relatos escalofriantes sobre las costumbres y atrocidades de los puelches. En una de sus narraciones, describió cómo, tras un enfrentamiento, los indígenas despellejaron vivos a tres de sus propios compatriotas acusados de traición:
“Plantaron en el suelo cuatro picas, ataron a los infelices por las extremidades y, uno tras otro, los despellejaron vivos. Finalmente, les hundieron un puñal en el corazón”.
Estos relatos no solo exponen la brutalidad de los malones, sino también la complejidad de las relaciones interétnicas en la frontera.
Una mirada equilibrada sobre el pasado
Es fundamental reconocer que la historia de la frontera argentina no puede reducirse a una narrativa maniquea. Más allá de las ideologías, los testimonios de la época revelan una realidad cruda y dolorosa: los malones no fueron simples actos de resistencia, sino ataques sistemáticos que dejaron miles de víctimas entre las poblaciones cristianas.
Comprender estos hechos nos permite tener una visión más equilibrada del pasado y honrar la memoria de quienes sufrieron en silencio. En un momento en que el revisionismo histórico busca imponer una mirada parcial, es necesario reivindicar la verdad histórica y recordar a aquellos que pasaron al olvido en los libros de historia: los cautivos y las víctimas de la violencia en la frontera.