Memorias
Malvinas: mitos y mentiras de un plan letal y un periodismo cómplice
La guerra en clave con el clima político y el día que casi se rinde Inglaterra. El final de la dictadura y la democracia
Las Malvinas son argentinas
Así lo escuchamos desde chicos en la escuela, y hasta hoy es así. Tal es así que, los otros días, mi nieto de tan solo tres años, "conversando", me dijo: "Porque las Malvinas son argentinas". Y no pude evitar que los ojos se me llenaran de lágrimas otra vez, con una mezcla de orgullo, bronca, tristeza e impotencia al escuchar repetir esta emotiva frase: una verdad a medias, porque son nuestras sin duda, pero no las podemos disfrutar, ni recorrer libremente, ni ver nuestra bandera, la hermosa celeste y blanca, flamear.
Esta es la menor de las irrealidades entre las cosas que se dicen sobre las Malvinas. Especialmente, los medios repiten cientos de mentiras, seguramente sin chequear o sin hacer caso a los testimonios de los protagonistas que cuentan la verdadera historia, la que parece "no garpa" contar.
Quiero creer que algunos repiten como loros, ignorantes y poco profesionales; otros, simplemente por cobardes que solo obedecen una línea editorial; otros, por tendencia política, y otros, por ensobrados. Todos unos miserables poco patriotas (la verdad no ofende, pero jode).
MITOS INSTALADOS SOBRE MALVINAS
- "Los militares se tiraron a declarar la guerra a los ingleses por las Malvinas porque el gobierno se les caía y así querían mantenerse si les salía bien".
FALSO. Si repasamos la historia de nuestro país, incluso hasta hoy, todos los gobiernos pasan por altibajos económicos similares. Todos sufren los embates de los gremios movilizando en las calles, en la misma Plaza Congreso o la Plaza de Mayo, y siempre se los reprime, tal como pasó unos días antes de que iniciara el ataque para recuperar las islas.
Esto nos deja ver que, si tuviéramos que pensar que por un levantamiento gremial —incluso fomentado por actores de grupos económicos y políticos a los que no les cierran los números de "su negocio"— habría un cambio de gobierno cada año y medio o menos, incluso hasta hoy. ¿Acaso ven alguna diferencia con hechos y reclamos recientes? ¿No se lo hicieron al mismo Raúl Alfonsín o a Juan Perón, etcétera? Entonces, no se fue a la guerra por una marcha o un problema económico. Eso es falso.
Mucho menos fue declarada por un general borracho. Primero, porque una guerra no se planea en dos días, ni la puede decidir y llevar a cabo un solo general, y menos en un gobierno tripartito de militares, como era en ese momento la Junta Militar. Repetir esa estupidez de que Galtieri se levantó borracho y nos llevó a la guerra es realmente una burrada o una hijoputez. Sin entrar en el detalle de que no era borracho —información que, claro, nunca nadie chequeó o comprobó—, no se tiene ni un antecedente de eso, y una prueba o imagen de Leopoldo Fortunato borracho, mucho menos. No bebía mucho más de lo que muchos de nosotros lo hacemos socialmente, y eso no nos hace borrachos.
Si quieren saber más de esta "farsa": sí hubo un general que era un borracho perdido, que también fue presidente, y del que sobran testimonios y testigos de cómo debían llevarlo casi en andas sus custodios y subirlo al auto en más de una oportunidad. Todos lo sabían, pero no era Galtieri.
Volvamos a la guerra. Ya razonamos que una guerra no la declara un solo general, mucho menos gobernando una junta militar, y menos en tres días.
Nuestra Cancillería de ese entonces, al igual que algunos embajadores —que, lejos de hacer su tarea en forma profesional y patriótica, estaban en cualquiera, como dicen los chicos—, atendían sus intereses más que el trabajo por el cual se los destinó y se les pagaba para nuestro país. Por eso no teníamos buena información, ni de la situación real de Inglaterra, ni de los traidores chilenos, ni de los dudosos brasileños.
A eso se debe sumar que nuestra inteligencia también falló, y ahí perdimos esa doble fuente de información y análisis vitales para llevar adelante una empresa tan importante como esta gesta patriótica. Pero ahí no termina todo.
Estados Unidos también incumplió los tratados, y no solo eso: no fue ni siquiera imparcial. Por el contrario. Y en eso también falló nuestra diplomacia, tanto en información como en análisis de situación, lo mismo que la inteligencia en general.
La buena noticia es que "la motosierra" ya está en marcha por ahí también, y esto se terminará.
- Los "chicos" de la guerra
Otra tontería de ignorantes que repiten sin respetar la opinión de los que saben y los antecedentes, incluso mundiales. (Prefiero hablar de los ignorantes, porque la ignorancia se supera con estudio, atención y humildad; pero los malaleche no tienen solución, ni se los debe respetar, menos aún perdonar).
Toda guerra se realiza con jóvenes reclutados, los cuales son de distintas zonas y climas. Nunca se envían soldados según su región climática. Las guerras se combaten con jóvenes que, al momento de vestir el uniforme y entrar en guerra, se transforman en soldados.
Si bien hay países que tienen distintos regímenes —algunos tienen más mercenarios contratados o soldados profesionales pagos, como el caso de los ingleses—, nuestro país en ese entonces tenía soldados conscriptos que cumplían el servicio militar obligatorio por un período de tiempo que iba desde los doce a los dieciocho meses, en general.
Decirles "chicos" es menospreciar su aptitud y capacidad, es subestimarlos. ¿Acaso cuando un joven tiene un hijo a los quince o dieciocho años es menos padre que uno que los tiene a los treinta?
Otra cosa es cuán preparados podían estar para combatir contra profesionales, y ahí sí podemos discutirlo.
Eso nos vuelve a llevar a los problemas que mencionamos antes. Si la evaluación para tomar la decisión se basaba en que los ingleses no vendrían por la distancia, etcétera; que a nosotros nos apoyarían nuestros hermanos latinoamericanos; que Estados Unidos nos había dado un guiño, etcétera; y todo esto no era tan así, y la información que se suministra al comandante en jefe y a los responsables de la toma de decisiones está equivocada, todo se planea arrastrando esos errores.
Se evaluaban como puntos favorables que teníamos el continente como nuestro "portaaviones" y lugar de apoyo logístico a pocos kilómetros de distancia. Se desplegó mucho personal y pertrechos para que los ingleses evaluaran que nos favorecía el territorio y que teníamos tropas suficientes desplegadas, y que en el continente disponíamos de muchas más, así como pertrechos y toda la logística necesaria, lo cual debía disuadirlos de venir.
Pero como "las negras también juegan", no se evaluaron las demás alternativas, como el carácter y situación delicada de la Dama de Hierro, Margaret Thatcher, por ejemplo, que al estar en una situación casi límite, políticamente hablando, la llevaría a encarar cualquier empresa por más temeraria que pareciera.
Tampoco se les advirtió de las buenas relaciones con nuestro enemigo, Pinochet, y el envidioso pueblo chileno. Tampoco se evaluó a Brasil, y menos las sociedades y tratados de Estados Unidos y los británicos. Este cóctel fue finalmente fatal.
También falló a quién pusimos al mando en las islas, que, más allá de salir "con los pies para adelante" de las islas, como juró haría antes de rendirse, se entregó cuando el comandante inglés estaba a poco de mostrar la bandera blanca y rendirse.
El excelente accionar de nuestra Fuerza Aérea, con unos pilotos que asombraron al mundo, y cómo dejamos al descubierto las debilidades de la famosa y poderosa flota inglesa —la cual se debió reevaluar a partir de cómo, con unos aviones viejos y armamento no de última generación, pero con buenos pilotos, los pusieron al borde de la derrota—, cosa que hubiera sucedido sin duda si Estados Unidos no los hubiera apoyado logísticamente, y si no hubiéramos arrancado con tantos errores básicos de inteligencia y diplomacia.
Parece que nadie escuchó ni vio a nuestros soldados combatir con coraje, orgullosos y a la altura de los "profesionales pagos". Ni escucharon nunca al comandante británico decir que estaba a punto de rendirse cuando lo sorprendió la rendición de su par argentino, con uniforme lustroso como para salir de noche, contra su aspecto embarrado, cansado, con el claro desgaste de varios días de combate.
Claro, es que nosotros lo que escuchamos es que los "chicos" tenían frío y hambre, estaban cansados y mal alimentados. ¿Será que los que hablan así son los que conocen de muchas guerras donde los soldados se alojan en hoteles cinco estrellas, comen raciones de dos estrellas Michelin y combaten ocho horas reglamentarias, luego se van a descansar y al otro día regresan al combate cual oficinista?
Por último, nos falta mencionar que los militares escondieron a los soldados en su regreso y los invisibilizaron. Claro, en principio fue así. Pero ¿cuánto tiempo más estuvieron esos militares en el poder escondiendo, ignorando, abandonando a nuestros héroes, a nuestros orgullosos soldados?
¿Cuántos años llevamos de democracia? ¿Cuántos años escondieron y abandonaron a esos soldados? ¿Quién mató más soldados: los ingleses en las Malvinas o nuestros gobernantes en democracia, que son los que desaparecieron realmente a nuestros soldados?
¡Basta de mentiras! ¡Nunca más!
Hoy empezó a cambiar la historia. Debemos hacernos cargo de lo que hicimos y dijimos que no estaba bien y que era mentira.
Ninguna guerra es buena, ninguna guerra es sana. Todas son miserables, y siempre que sea posible evitar un combate, es lo mejor. Solo si nos obligan a defendernos y no se puede evitar. Las guerras siempre dejarán tristeza, desolación, madres, esposas e hijos llorando.
Todas las guerras. Todas son eso.
Debemos madurar como pueblo, hacernos responsables de lo que elegimos y de los errores que cometemos. No podemos seguir teniendo un "patriotismo exitista al estilo mundialista". Debemos dejar de solo subirnos al "carro ganador", y basta también del "unámonos y vayan".
Si realmente queremos un cambio total para nuestro país, y que, como plantea nuestro presidente Milei, "MAGA" (Make Argentina Great Again — Hacer Argentina grande nuevamente) sea una realidad, debemos empezar por la verdad.