La verdad más allá de la militancia
Las mentiras peronistas
Según el historiador Josep A. Page, una de las características menos atractivas de Perón era su “desprecio absoluto por la verdad”.
Juan Domingo Perón es una figura central en la historia argentina, rodeado de pasiones y controversias. Su legado, tanto político como social, ha sido reivindicado por sus seguidores y criticado por sus detractores. Sin embargo, al analizar su vida y gobierno, emergen contradicciones que cuestionan tanto su relato como la mitología partidaria.
Según el historiador Josep A. Page, una de las características menos atractivas de Perón era su “desprecio absoluto por la verdad”. Al respecto, Page señala: “Sus muchos libros, panfletos, artículos, discursos, cartas y charlas grabadas están tan impregnados de contradicciones, exageraciones y falsedad que deben ser utilizados con extremo cuidado”. Esta advertencia cobra sentido cuando se examinan algunos de los logros que el peronismo suele atribuirse exclusivamente, siendo en realidad resultado de procesos históricos más amplios que preceden a su gobierno.
Por ejemplo, el peronismo reivindica haber obtenido “todos” los derechos sociales para los trabajadores, pero esto está lejos de la realidad. La ley 4.661 de descanso dominical, impulsada por el diputado socialista Alfredo Palacios, fue sancionada en 1905, mucho antes del surgimiento del movimiento peronista. Del mismo modo, la Ley de Trabajo de Mujeres y Menores, aprobada en 1.907, ya regulaba condiciones laborales fundamentales como la protección de la maternidad y el límite de horas de trabajo. A estas se suman otras normativas previas al peronismo, como la primera ley de accidentes de trabajo (1.915), la Ley de Jubilaciones (1.924) y la jornada de ocho horas (1.929).
Incluso el emblemático aguinaldo tiene antecedentes fuera del peronismo. En 1910, el intendente Manuel Güiraldes pagó un “Aguinaldo del Centenario”, y en 1.924, en Jujuy, se estableció legalmente para empleados públicos bajo el gobierno del radical Benjamín Villafañe. Asimismo, la costumbre de otorgar un sueldo extra o un regalo al trabajador por parte de su empleador ya era frecuente desde fines del siglo XIX.
Otro pilar de la narrativa peronista es el voto femenino, presentado como un logro exclusivo del movimiento. Sin embargo, la lucha por los derechos políticos de las mujeres se remonta a décadas anteriores, impulsada por numerosas activistas y organizaciones. Además, las provincias de San Juan y Santa Fe reconocieron estos derechos antes de que se promulgaran a nivel nacional, en las décadas de 1.920 y 1.930 respectivamente.
La contradicción entre el relato y la realidad también se evidencia en las afirmaciones de Perón sobre la libertad de prensa durante sus gobiernos. En su autobiografía Yo, Juan Domingo Perón, escribió: “La libertad de prensa era absoluta en el país. No existía censura”. Sin embargo, su modelo incluyó la persecución, confiscación y censura de medios críticos como La Prensa y La Vanguardia. Al final de su mandato, solo La Nación y Clarín permanecían fuera del control estatal.
Incluso en lo personal, Perón presentó una imagen que distaba de los hechos. Tras su derrocamiento, declaró: “Mis bienes son bien conocidos (…) Poseo una casa en Buenos Aires que pertenece a mi señora y una quinta en San Vicente comprada antes de ser Presidente”. Sin embargo, las investigaciones posteriores revelaron una fortuna considerable, que incluía múltiples inmuebles, 211 motocicletas, 144 piezas de marfil, 394 objetos de arte, 19 automóviles, 2 lanchas y un avión.
El análisis de la figura de Perón y del peronismo nos lleva a reflexionar sobre la importancia de contrastar los relatos oficiales con los hechos históricos, buscar la verdad más allá de la militancia.