El origen de la deuda externa argentina
La primera deuda de Argentina: se pagó ocho veces en ocho décadas

Historiadora.
El primer préstamo externo argentino fue con la Baring Brothers: duró 80 años y se pagó ocho veces su valor original.
En las primeras décadas del siglo XIX, mientras América Latina intentaba consolidarse como un conjunto de repúblicas independientes, Europa vivía los efectos expansivos de la Revolución Industrial.
Las enormes ganancias generadas por la Revolución Industrial convirtieron a Londres en un centro financiero global, con un exceso de capital que necesitaba ser invertido. Entre 1821 y 1823, se fundaron más de 600 compañías británicas dedicadas a otorgar préstamos al exterior.
Las nuevas repúblicas latinoamericanas —como Colombia, Perú y México—, recién salidas de las guerras de independencia, se encontraban devastadas económica y políticamente, y comenzaron a solicitar financiamiento extranjero. Argentina no fue la excepción. En Buenos Aires, un grupo de empresarios criollos y británicos propuso al gobierno solicitar un empréstito a Inglaterra, adelantando al Estado 50.000 libras a cambio de quedarse con la diferencia entre lo solicitado y lo efectivamente recibido. El negocio fue redondo: obtuvieron una ganancia del 15%.
Así fue como el gobierno porteño acudió a la prestigiosa casa Baring Brothers & Co. de Londres, solicitando el primer empréstito externo en la historia del país. Oficialmente, los fondos estarían destinados a la construcción de un puerto, la fundación de pueblos fronterizos y la instalación de aguas corrientes en la capital. En la práctica, el historiador Luis Alberto Romero relata que, cuando a mediados de 1824 llegó el dinero, se usó principalmente para rescatar títulos públicos y fortalecer el Banco de Descuentos, medidas de urgencia que reflejaban una gestión financiera errática. El resto fue consumido por la guerra con Brasil, iniciada en 1825.
El resultado fue previsible: cesación de pagos y reclamos por parte de los bonistas extranjeros. Aunque suele culparse a Bernardino Rivadavia por las condiciones del préstamo, Romero aclara que no fueron inusuales: el Estado recibió solo el 70% del monto total, pagando un interés del 6%, similar a lo que ocurrió con Perú, que obtuvo el 75% asumiendo además los gastos de gestión.
La primera partida de 70.000 libras llegó en julio de 1824, y el resto se completó en envíos posteriores. Sin embargo, solo un 18,68% del total se entregó en metálico; el 62,64% fueron letras de cambio en manos de comerciantes británicos y criollos, y el resto se perdió en comisiones y deducciones.
La deuda solo se pagó durante seis semestres. En 1828, Manuel Dorrego, agobiado por los gastos de la guerra con Brasil, suspendió los pagos. Como recuerda María L. Giari, Dorrego justificó la medida afirmando que enviar oro a Inglaterra sería “añadir combustible a un incendio que lo terminará devorando todo”, materializando así el primer default argentino.
En 1838, Juan Manuel de Rosas ordenó a su ministro Manuel Moreno ofrecer las Islas Malvinas como pago de la deuda. No hubo acuerdo. En 1843, bajo presión de los acreedores, la propuesta fue reiterada al emisario François Falconnet de Baring Brothers, también sin éxito. Los documentos de esta negociación aún se conservan en los archivos de la firma londinense.
Para 1857, la deuda con intereses alcanzaba 1.646.000 libras. Ese año se acordó un plan de pagos y la emisión de bonos para saldar intereses. En 1866, la Nación asumió formalmente la deuda, hasta entonces atribuida a la provincia de Buenos Aires.
Pero lejos de concluir, el país volvió a endeudarse durante las décadas siguientes, en gran parte para sostener los crecientes gastos militares. Esto provocó otra crisis en 1889 y un nuevo default. Recién en 1891, gracias al Acuerdo Financiero Argentino con la Banca Morgan, se normalizaron los pagos a cambio de un severo plan de austeridad. En 1893, el Acuerdo Romero consolidó la deuda externa, incluyendo la originada en 1824.
Ocho décadas después, el empréstito con la Baring Brothers se canceló finalmente en 1904, con el pago de 103.930,83 pesos en concepto de renta y amortizaciones. Para ese entonces, la deuda había sido refinanciada tantas veces que el país terminó pagando ocho veces más de lo que originalmente recibió.