Intento de golpe y democracia
La marcha y los muchachos perionistas

Escritor.
El periodismo como parte del problema de Argentina. La marcha que quiso voltear al Gobierno y la falta de solidaridad con la Policía en el operativo de Patricia Bullrich.
Cuando los sosperonchos de siempre dieron este miércoles un nuevo golpe de Estado, lo que sigue sin decirse (por eso escribo este artículo) es que gracias a la policía el golpe no sucedió.
Una vez más fue la policía la que veló por la Constitución y salvó a la democracia. Si no fuera por el operativo policial diseñado por Patricia Bullrich, hoy no tendríamos democracia y en las calles habría caos social. Pero para la mayoría de los medios salvaguardar la Constitución ya dejó de ser lo importante.
Y de lo que tampoco se habló fue del saldo que dejó el intento de golpe de Estado: 26 policías heridos.
Sí, de los 46 heridos en total quien más heridos puso una vez más fue la policía. Hubo más policías heridos que golpistas heridos.
Pero el peronismo en general, digo el periodismo en general, digo el periodismo del General, sí se la pasó hablando, como era de prever, de la viejita que luego de pegarle a un policía con su bastón recibió de parte del policía un empujón. Y también se la pasó hablando del fotógrafo que se colocó en la línea de fuego y que hoy sigue grave.
Tanto la viejita como el fotógrafo sabían a lo que iban: a hinchar por los golpistas. Las cosas como son. Yo ya estoy grande para hacerme el tontito.
Vamos a un ejemplo concreto:
Imagínense que se encuentran con alguien que conocen en una marcha organizada por los nazis para reivindicar a Hitler.
Y que este conocido, al ser reconocido por nosotros, para justificarse nos cuenta que él no es nazi. Que él en realidad está ahí porque quiere reivindicar el saludo romano, y que también está ahí porque quiere reivindicar la esvástica porque, en idioma sánscrito, significa "bienestar".
¿Qué le dirían?
Me estoy imaginando.
Bueno, les cuento lo que yo le diría:
—No me tomes por pelotudo. Sos nazi.
Lo mismo le diría a esta viejita:
—No te hagas la pelotuda. Sos golpista. Estás apoyando a grupos de choque armados que intentan copar el Congreso y dar un golpe de Estado, algo que ya venía anunciado en las redes días antes. Así que, adulta mayor, conmigo no. Si no sos nazi no vas a una marcha organizada por los nazis. Si no sos una peronista golpista no vas a una convocatoria organizada por el peronismo que tiene como objetivo público derrocar a Milei. Y vos fuiste, adulta mayor, a sumarte para que el golpe suceda. De hecho, golpeaste concretamente con tu bastón a quien estaba ahí para salvaguardar la democracia.
La previsible ironía es que la mayoría de los peronistas/periodistas, aún hoy sólo siguen preocupados por el estado de salud de la viejita/fotógrafo, y no por la salud de los 26 policías que evitaron el golpe de Estado e hicieron posible que sigamos viviendo en democracia. Son nuestros héroes y siguen sin verlo.
En Argentina, más que una injusta distribución de la riqueza, hay una injusta distribución de la piedad.
Con una contracara atroz: los que despiertan pena son los golpistas de siempre. O sea los perversos. Los que gozan haciendo deliberadamente daño. Algo que por conveniencia muchos perionistas siguen sin ver…
Como también por conveniencia estos mismos perionistas siguen sin ver que no fue una marcha. Fue un claro intento de golpe de Estado. Incluso anunciado con antelación en las redes.
Porque asumir que fue un intento de golpe de Estado implica asumir que en los intentos de golpes de Estado suele haber muertos y heridos. Salvo cuando es arreglado como el de 1976…
Y esto ya nos lo contó con claridad el MTP cuando intentó copar el Regimiento de Tablada para dar un golpe de Estado contra Alfonsín, o cuando el peronista Seineldín intentó dar un golpe de Estado contra Menem.
En ambos intentos hubo muchos militares, policías y civiles que terminaron muertos y heridos. Y por supuesto caos. Mucho caos. Porque en los momentos irracionales donde la vida está en juego no se le puede pedir a las fuerzas del Estado que actúen todo el tiempo con cordura.
Eso no los habilita a salirse de la ley, pero cuando está la vida en juego las decisiones que se toman no pueden ser pensadas. Lo emocional le gana inevitablemente a lo racional. Y eso lo saben los que están ahí jugándose la vida para que sigamos viviendo en democracia.
La horrible paradoja de todo esto es que, una vez más, en aquel momento tampoco importó demasiado quiénes fueron los que dieron la vida por la Constitución. De hecho, hoy siguen sin tener una plaza que los homenajee. Pero sí hay una plaza donde más allá de las víctimas reales, se homenajea a personas que salieron a dar un golpe de Estado. Y esto también los perionistas lo saben.
Otra cosa que los perionistas saben y se hacen los tontitos:
Ser un corresponsal de guerra es lo mismo que ser un corresponsal de golpes de Estado. Con una diferencia: en la guerra a las ambulancias se las respeta y se las deje entrar, no se les tira piedras. Acá los sosperonchos de siempre les tiraron piedras porque la idea era que el fotógrafo herido se muriera ahí mismo.
El movimiento necrófilo argentino, que nació de un golpe de Estado en 1943, necesita muertos para santificarlos. Porque el peronismo hace de los muertos una Kangoo. Los convierte en utilitarios.
Ya lo hizo en su momento con Santiago Maldonado, a quien sus amigos mapuches dejaron morir ahogado para poder santificarlo y así, al grito de Macri asesino, intentar más golpes de Estado.
Ahora van por lo mismo pero hasta ahora no les salió. Las horas que tenemos por delante son cruciales. Y nosotros no debemos dejarnos pisar por la Kangoo.
Voy a ser una confesión que a esta altura no debería sorprender.
Yo no sentí pena por la muerte de Santiago Maldonado. Debe ser porque los que hacen daño no me generan empatía.
Sí me despiertan pena los de azul, a los que por primera vez un presidente y una ministra de seguridad llama los buenos de la película. Porque independientemente de que siempre hay hijos de puta en todas las profesiones, acá son los de uniforme los que desde 1983 evitan que hayan golpes de Estado.
A un costo altísimo, desde luego, porque ser policía en Argentina debería figurar en el libro de récords Guinness como el trabajo más insalubre del mundo.
1- Cobran una miseria.
2- Están atado de pies y manos por la justicia garantista, motivo por el cual el trabajo que hacen casi siempre carece de sentido.
3- Representando a la autoridad deben dejarse humillar por quienes cometen delitos.
4- Dan la vida al pedo. Porque deben regirse por un protocolo perverso que fue ideado para beneficio del delincuente, para que el delincuente pueda disparar primero. Si el policía mata sólo le espera el oprobio. Si el policía muere sólo le espera el olvido.
En cualquier país del mundo un policía que recibe una patada voladora criminal en el pecho desenfunda su arma y cose a balazos al agresor. Acá no puede hacer nada y tiene que salir corriendo para que no lo maten porque la autoridad pasó a ser el delincuente. Que fue empoderado por el Poder Judicial (léase PJ) para que además cuente con protección legal. La finalidad es obvia: el delincuente es votante y mano de obra del peronismo. Sirve como grupo de choque paralelo para recaudar para el partido y para dar golpes de Estado.
Lo que explica con claridad por qué liberaron a casi todos los detenidos después del intento de golpe de Estado del miércoles. Así como no mandan presos a los chorros para poder seguir sanqueándote, no mandan presos a los golpistas para poder seguir golpeándote.
Este Poder Judicial nunca va a aplicarles el art. 226 del Código Penal que reprime con prisión de ocho (8) a veinticinco (25) años a aquellos que se alzan con el fin de interrumpir el sistema democrático de gobierno. Los necesitan como mano de obra para seguir siendo los dueños del Estado.
Para que esto cambie debemos llenar de liberales el Congreso en el 2025, en el 2027, en el 2029, en el 2031… Cambiar a la Justicia es un proceso que va a llevar años y sólo se puede hacer teniendo mayoría en ambas cámaras del Congreso. Justo lo que este miércoles quisieron tomar, menuda metáfora.
Por eso de mi parte aprendí a no esperar nada de los perionistas.
Salvo titulares al estilo murió una nena en un asalto, como pasó en el reciente caso Kim, la nena víctima de la inseguridad.
¡Qué hijos de puta son los perionistas!
Una nena fue asesinada por dos delincuentes en un asalto y los perionistas apelan a la distribución injusta de la pena para invitarnos a sentir piedad por los malos de siempre.
Y así podríamos estar páginas y páginas…
Pero bueno, los perionistas son productos de un país que tiene un Estado que indemnizó a los grupos armados que, entre 1974 y 1975, ejecutaron golpes de Estado copando regimientos y asesinando a quienes velaban por la Constitución.
El Estado demente.