Empezó el año electoral
Jorge Macri: tolerancia cero o la primer derrota del PRO
El jefe de Gobierno enfrenta críticas por la gestión y La Libertad Avanza se prepara para pisar fuerte en la Ciudad. El factor "Mudanza" de Vicente López y el temor a un batacazo liberal.
La llegada de Jorge Macri a la Ciudad de Buenos Aires no fue un movimiento natural, sino el resultado de un cálculo político dentro de un PRO debilitado. La necesidad de sostener un bastión clave llevó a imponer una figura que no pertenecía orgánicamente al distrito. Este escenario, que en un principio parecía manejable, ha generado un esquema
de poder frágil y profundamente dependiente de figuras clave como Waldo Wolff, el ministro de Seguridad que impulsa la tolerancia cero en la Ciudad.
Jorge Macri, un líder sin raíces porteñas
Jorge Macri, exintendente de Vicente López, representaba una carta fuerte en términos de gestión y proyección mediática. Sin embargo, su desembarco en la Ciudad fue cuestionado desde el inicio. CABA es un distrito con identidad política propia, donde los liderazgos suelen surgir de construcciones locales y de vínculos directos con los vecinos. Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta, sus predecesores, construyeron ese poder desde adentro. Jorge, en cambio, llegó desde el conurbano, lo que implicó un desafío doble: consolidarse internamente dentro del PRO y convencer a un electorado desconfiado. En este contexto, Wolff emerge como una figura central, no desde la Legislatura o el Congreso, sino desde el Ministerio de Seguridad, un puesto clave en el entramado de gestión porteña. Con un perfil aguerrido, cercano a los sectores más ideológicos del PRO y con un discurso que conecta con las bases más duras, Wolff
cumple un rol clave para sostener a un Jorge Macri que todavía no logra asentarse como líder natural en la Ciudad.
Waldo Wolff: el músculo del PRO porteño
Como ministro de Seguridad, Wolff no solo gestiona una de las áreas más sensibles del gobierno porteño, sino que actúa como líder político y comunicacional del partido amarillo. En un contexto de creciente preocupación por la inseguridad, su figura concentra tanto la responsabilidad de la gestión como la defensa del modelo PRO en la Ciudad.
Es Wolff quien enfrenta las críticas más duras, quien toma el micrófono en los momentos de crisis y quien encarna la narrativa de “orden y firmeza” que el PRO ha intentado consolidar en CABA desde hace años. Este doble rol lo convierte en un pilar de la estrategia de Jorge Macri, pero también expone una debilidad evidente: el liderazgo del jefe de Gobierno depende, en gran medida, de la capacidad de Wolff para sostener la presión.
La dependencia como debilidad
El esquema planteado por Jorge Macri en la Ciudad tiene un problema central: depende de actores externos para sostenerse. Wolff es uno de ellos, pero no el único. El entramado político porteño, construido durante los años de Mauricio Macri y consolidado bajo Rodríguez Larreta, funcionaba como una maquinaria aceitada donde cada pieza cumplía un rol específico. Jorge Macri no heredó ese sistema; llegó a él como un elemento extraño, lo que lo obligó a apoyarse en figuras que ya tenían un recorrido consolidado. Esta dependencia plantea dudas sobre la sostenibilidad del modelo. ¿Qué ocurre si Wolff, por desgaste o estrategia propia, decide tomar un rumbo distinto? ¿Qué queda
del liderazgo de Jorge Macri si sus aliados estratégicos comienzan a priorizar sus propios intereses?
La debilidad del esquema queda aún más expuesta cuando se observa la dinámica interna del Ministerio de Seguridad. La gestión de Wolff, aunque firme, está constantemente bajo el escrutinio de un electorado que no tolera errores en esta área. Si el ministro falla, no solo pone en riesgo su propio prestigio, sino también la legitimidad de Jorge Macri como líder del distrito.
El desafío del electorado porteño
El votante de la Ciudad es uno de los más politizados del país. A diferencia de otros distritos, donde la lealtad partidaria puede pesar más que las cuestiones de gestión, en CABA hay una exigencia constante de gestión, coherencia y liderazgo claro. Esta característica del electorado genera un desafío adicional para Jorge Macri: demostrar que su gobierno no solo es una continuidad administrativa, sino una etapa con identidad propia. Sin embargo, la percepción actual es distinta.
Muchos ven a Jorge Macri como un líder que no terminó de asentarse, que necesita constantemente de figuras como
Wolff para sostener su discurso y su gestión. En un contexto donde la oposición porteña se reorganiza y los desafíos económicos y sociales se intensifican, esta percepción puede volverse un problema mayor.
El futuro del armado en la Ciudad
El tiempo dirá si Jorge Macri logra consolidarse como un líder autónomo en la Ciudad o si su gestión será recordada como un período marcado por la dependencia de una buena gestión en seguridad. Por ahora, la fragilidad de su esquema político es evidente. La pregunta no es si, sino cuándo comenzarán a aparecer las fisuras en un modelo que se
sostiene más por inercia que por fuerza propia. El desafío de Jorge Macri es construir un liderazgo que no dependa exclusivamente de terceros. Esto implica, entre otras cosas, fortalecer su conexión con el electorado porteño, diversificar su base de apoyo y demostrar que su gestión puede generar resultados concretos sin necesidad de intermediarios.
Gobernar dependiendo de los demás
La historia reciente de la Ciudad muestra que los liderazgos más exitosos han sido aquellos que lograron conectar con su electorado de manera directa y construir poder desde adentro. Jorge Macri, en cambio, enfrenta un desafío distinto: demostrar que puede gobernar por su gestión y no por su apellido. Waldo Wolff, desde el Ministerio de Seguridad, es esencial en este armado, pero también representa su mayor debilidad. En un distrito como la Ciudad, donde la exigencia es alta y el margen de error es bajo, esta fragilidad puede costar caro. Si Jorge Macri quiere sobrevivir políticamente en la Ciudad, tendrá que cambiar el rumbo y despertarse del letargo