Política comercial sin filtros
Indirecta de Trump al mundo por los aranceles: "Me están besando el culo"
El expresidente endurece su discurso y redobla su estrategia arancelaria con frases que hacen temblar a sus rivales.
Mientras los analistas tradicionales y los burócratas de siempre se rasgan las vestiduras por la nueva oleada de aranceles, Donald Trump avanza con paso firme en su cruzada por defender la economía estadounidense. Los aranceles "recíprocos" que impuso hace apenas una semana ya han entrado en vigor este miércoles, incluyendo un contundente 104% sobre productos chinos.
La decisión, lejos de ser improvisada o irracional, responde a una estrategia clara: mostrar fuerza, exigir justicia comercial y devolver a Estados Unidos el lugar de respeto que merece en el tablero global.
Trump ya lo había advertido: estaba dispuesto a negociar con otras naciones, pero no a cualquier precio. Las condiciones, según dijo, dependerían de si los demás países tenían algo "fenomenal" que ofrecer a cambio. El mensaje es simple: no se trata de aislarse del mundo, sino de dejar de regalarle ventajas injustificadas. En tiempos donde muchos líderes se doblegan o piden permiso, Trump pone condiciones y obliga a los demás a mover sus piezas.
Este martes, durante un evento del Partido Republicano en la Casa Blanca, el presidente dejó clara la efectividad de su estrategia comercial:
"Estos países me están llamando, besándome el culo, se mueren por hacer un acuerdo [comercial]... Por favor, por favor, señor, déjenme hacer un trato, haré lo que sea, haré lo que sea, señor", aseguró con tono irónico pero sin perder el fondo del mensaje: el mundo ya no puede ignorar la voz de Washington.
Trump también criticó a quienes, incluso dentro de su partido, pretenden disputarle el timón de las negociaciones:
"Y entonces veo a algún republicano rebelde, a algún tipo que quiere pavonearse y dice 'creo que el Congreso debería encargarse de las negociaciones’... Pero déjenme que les diga una cosa, ustedes no negocian como yo negocio", alardeó.
Sus palabras pueden incomodar, pero sus resultados comienzan a notarse. Los mercados tiemblan, sí, pero es porque el statu quo se ha roto. Por primera vez en décadas, Estados Unidos se planta sin miedo, y obliga a los demás a ofrecer más, a ceder, a negociar de verdad.
Trump no juega al consenso vacío, juega al liderazgo. Y aunque a muchos les moleste su estilo, es justamente ese estilo el que está reescribiendo las reglas del comercio global.