Por Ezequiel Caffarini
El Renacer del liberalismo en Argentina
Ese Partido Liberal Libertario (que es distinto del Partido Libertario actual) fue mi primer experiencia militando en un partido político, y fue una experiencia hermosa.
Nací en diciembre de 1982, después de la Guerra de Malvinas y con la dictadura en retirada. Eso significa que tengo recuerdos algo borrosos de las hiper del ’89 y ’90, pero recuerdo perfectamente cuánto costaba cada golosina o producto del kiosco durante toda mi primaria y secundaria. También significa que no llegué a votar en 2001 por unos meses, así que mis primeras elecciones fueron las presidenciales de 2003, después del corralito, el corralón, el golpe de Duhalde y Alfonsín a De la Rúa en 2001, los cinco presidentes en una semana y, finalmente, la presidencia de Duhalde que terminó abruptamente con los asesinatos de Kosteki y Santillán en Puente Pueyrredón.
Siempre me consideré un liberal, incluso antes de saber qué era el liberalismo y mucho menos el libertarianismo.
Recuerdo que a fines de los ’90 abrieron un local partidario de “Acción por la República” frente a mi casa (sobre Av. Las Heras, entre Junín y Ayacucho). Alguna vez me tenté con entrar a ver qué hacían, pero no sabía cómo funcionaban esos lugares y desistí. Por entonces, el liberalismo en Argentina también estaba muy asociado al conservadurismo, algo que me alejaba bastante.
Volviendo a las elecciones de 2003, como buen liberal voté a López Murphy, que quedó tercero, muy lejos del segundo lugar y sin chances de llegar al balotaje. Esas elecciones marcaron el inicio del ocaso liberal en Argentina. Kirchner, con un gran aparato de comunicación y las escuelas y universidades públicas como herramientas, logró demonizar al liberalismo hasta hacerlo una "mala palabra". Fueron los tiempos de la Patria Grande (Kirchner, Lula, Chávez, Correa) y el famoso "ALCA al carajo". Latinoamérica se tiñó de rojo y Argentina no fue la excepción.
Para 2007, en mi segunda elección presidencial (donde también voté a López Murphy), el liberalismo había desaparecido prácticamente. Pasamos de un 16% en 2003 (y podríamos sumar el 24% de Menem) a un 1,5%. Los candidatos principales eran diferentes versiones de socialismos: Cristina, Lilita, Lavagna, etc. Éramos como Voldemort, no se nos nombraba ni en los medios ni en las conversaciones cotidianas.
Luego vino la muerte de Néstor Kirchner, el "vamos por todo" y Cristina y su luto que culminaron en el 54% de los votos en 2011. Ese año, los liberales ni siquiera presentamos un candidato testimonial. Fue un festival socialista: Cristina, Binner, Ricardito, Alberto Rodríguez Saá. El 90% de los votos se los llevaron entre ellos, discutiendo quién era más populista.
Pero volvamos un poco a mi historia. En 2012, saliendo del subte, vi un sticker que decía: “Menos Estado, Más Libertad. Partido Liberal Libertario”. Intrigado, entré al link y completé un “Test de Nolan” (eran épocas de blogs, grupos de Facebook y páginas web, twitter recién arrancaba e Instagram era simplemente un filtro de fotos). Ahí fue como que un mundo se abrió ante mis ojos, el LIBERTARIANISMO. Hasta ese momento, en mi cabeza, los libertarios eran de izquierda, jamás lo había conocido como un movimiento liberal. Ahí me reconocí como libertario (siempre lo había sido pero de manera intuitiva, sin conocer ni sus autores ni su filosofía). Esa misma tarde, el partido hacía una juntada así que sin dudarlo, salí del trabajo y fui directo hacia allí. Ahí conocí a grandes personas, grandes liberales y libertarios que me introdujeron a autores como Rothbard, Ayn Rand, Milton Friedman, Bastiat, Milton Friedman, von Mises y otros. También descubrí el bitcoin y su filosofía. Los grupos de Facebook y cadenas de mails que se armaban eran verdaderos grupos de debate a los que daba gusto leer y en los que me pasaba horas leyendo y aprendiendo.
Ese Partido Liberal Libertario (que es distinto del Partido Libertario actual) fue mi primer experiencia militando en un partido político, y fue una experiencia hermosa. Estoy prácticamente seguro que fue el primer partido libertario de Sudamérica y tiendo a creer que fue la semilla del gran movimiento libertario que vemos hoy en el país (incluso Milei en alguna entrevista ha opinado lo mismo). Con ese partido hicimos una Clausura al edificio central de la AFIP, una clase abierta en el BCRA donde hablábamos de como la emisión genera inflación e incluso salimos a vender dólares en calle Florida en pleno cepo cambiario. Asimismo, fuimos muy activos en la organización de las marchas anti kirchneristas del 2012. Con ese pequeño partido logramos presentarnos a elecciones para legisladores porteños en Capital Federal, obteniendo pocos votos, pero la semilla ya estaba puesta, el huevo del Ave Fénix ya se había roto. Lamentablemente, luego de las elecciones 2013, el partido no logró reunir las afiliaciones necesarias para formalizarse, lo que determinó la caducidad del mismo.
Luego de eso vinieron las presidenciales de 2015. Recuerdo de esas elecciones algo muy similar a lo ocurrido el año pasado con Rodríguez Larreta: un candidato que un año antes todos creíamos ganador (en ese caso, Massa), pero que se quedó sin impulso cuando la UCR optó por formar alizanza con Macri en lugar de apoyarlo. Esas elecciones, para mí, ya en modo libertario “termo”, fueron difíciles. Había sido muy crítico del Macri Jefe de Gobierno, un Macri que había multiplicado impuestos, regulaciones y empleados públicos. No esperaba que hiciera algo diferente en la Nación, pero, sin dudas, el fin del kirchnerismo era un alivio y una alegría inmensa para todos.
También hay que reconocer que durante la presidencia de Macri el cerrojo sobre los medios comenzó a aflojarse. La libertad de expresión era muy distinta a la de los 12 años kirchneristas, y personas como Espert podían estar en horario central de televisión abierta e incluso vendiendo un best seller (“La Argentina Devorada”). En esos años apareció un tipo que nadie conocía en el “ambiente liberal” (donde éramos pocos y nos conocíamos todos), pero al que muchos comenzamos a tomarle cariño: Javier Milei. De esos años recuerdo que me compré un protector de celular con la foto de Javier y la bandera de Gadsden. Festejábamos cuando, en televisión abierta, le decía a Marcos Peña que era el capitán del Titanic o a Juan Carr y otros que la justicia social era la más injusta de todas. Apretábamos el puño en nuestras casas cuando le gritaba “burro” a Santoro o a Lipovetzky y asentíamos cuando mandaba a todos los políticos “a la concha de sus respectivas hermanas”.
Esto derivó en la elección del 2019, en la que milité activamente en la campaña de José Luis Espert. Recuerdo mucho un acto en el microestadio de Ferro, donde miraba a mi alrededor y pensaba: “El liberalismo está volviendo a llenar estadios; esto tiene que crecer”. En esa campaña incluso fui, por unas horas, candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad, siendo Manu Adorni candidato a vicejefe (hasta que me bajé porque Mariquita Delvecchio –esposa de Maslatón– tenía intenciones de serlo, para luego darse cuenta, vencido el plazo para presentar candidaturas, que tenía incompatibilidades). Al final, terminé como quinto candidato a Legislador porteño, en otras elecciones donde el resultado no fue el esperado, pero al menos vimos a un liberal en el debate presidencial humillando al resto de los candidatos. Creo que los debates presidenciales de 2019 fueron un antes y un después en el liberalismo argentino, mostrando a toda la sociedad que la solución a 80 años de decadencia, era liberal.
Después de eso llegó el 2020, la cuarentena eterna, la mayor violación a los derechos civiles desde la Dictadura. El encierro al que nos sometieron fue sofocante, y traté de burlar las restricciones cada vez que pude. Pero no todo fue negativo: el 26 de septiembre de 2020, Milei anunció que se lanzaba a la política junto con el profe Espert, y todos los liberales nos llenamos de entusiasmo. Apenas unos días después, el 9 de octubre (con restricciones todavía vigentes), me subí al auto junto a Espert, Milei y Rosales rumbo a Lomas de Zamora, donde realizaban su primer acto juntos. Por entonces vivía muy cerca de la casa de Espert, así que le pedí ir juntos al evento, y terminamos viajando los cuatro en su auto.
Esos meses fueron espectaculares para mí: participé en un acto en Caballito, otro multitudinario en Devoto de noche, y eventos en José C. Paz, Pilar, Malvinas Argentinas, e incluso un viaje a Córdoba con un acto masivo frente al shopping. Espert y Milei eran una locomotora imparable, y el liberalismo regresaba con fuerza como opción electoral. Esa gran campaña culminó con ambos como Diputados Nacionales: Milei obteniendo un 17% en CABA y Espert un 7% en Provincia, un logro impresionante si consideramos el contexto de donde partíamos.
Todo esto desembocó en 2023, la bomba que nadie imaginaba, pero en la que solo Javier confiaba. En cada entrevista aseguraba que entraría al balotaje, y que si llegaba, sería presidente. Debo admitir que yo no creía que eso fuera posible, pero, por suerte, me equivoqué. Gracias a esa campaña, hoy tenemos un presidente libertario (el primero del mundo), y Argentina está siendo admirada internacionalmente por las profundas transformaciones que está llevando a cabo.
Por mi parte, seguiré apoyando las enormes transformaciones que está llevando a cabo este gobierno desde el lugar que me toque. Actualmente soy director de Nación Servicios S.A., una empresa del grupo Banco Nación. Esta es mi primera experiencia como funcionario público, algo que seguramente merecerá otra columna: “un libertario en el Estado”. En 2024, Nación Servicios S.A. logró una ganancia operativa de más de 10.000 millones de pesos, tras haber cerrado 2023 con un balance negativo de más de 3.000 millones. En 2025, la empresa va a revolucionar la forma de viajar de los argentinos con la integración de todos los medios de pago en la totalidad de los transportes urbanos e interurbanos, entre muchos otros cambios.
Este es el resumen de mi vida política como liberal durante estos 20 años en la Argentina. Esperemos que este ciclo virtuoso le traiga tranquilidad y riqueza al país y podamos sacar de la pobreza a la mayor cantidad de gente posible. También esperemos que las generaciones futuras no tengan que atravesar lo que nosotros pasamos con el kirchnerismo. Es mi deseo.