Elecciones 2025
El Desmoronamiento del PRO: un Partido a la Deriva
Falta de liderazgo claro, un discurso que no conecta, la dura realidad de las encuestas, errores estratégicos y una pregunta que resuena: ¿Hay futuro para el PRO?
Hace no tanto tiempo, el PRO era sinónimo de renovación, una fuerza política que prometía romper con las viejas prácticas, profesionalizar la gestión y acercar a la política a una nueva generación. Hoy, ese brillo parece haber desaparecido. Lo que queda es un partido perdido, fragmentado y sin un rumbo claro. Las encuestas son demoledoras: no solo han cedido terreno frente al kirchnerismo, sino que incluso parecen desdibujarse en el tablero político nacional. ¿Qué pasó con el PRO?
La falta de liderazgo claro
Mauricio Macri, fundador del PRO y expresidente, sigue siendo una figura gravitante, pero su presencia es más un peso que una guía. Cuando terminó su mandato, el PRO quedó a la deriva, sin un sucesor claro y con un liderazgo cada vez más débil. Patricia Bullrich intentó ocupar ese espacio con un discurso duro, pero su derrota en las elecciones presidenciales fue un golpe letal. Horacio Rodríguez Larreta, por su parte, apostó por un perfil dialoguista que terminó siendo percibido como tibieza. En vez de complementarse, estos liderazgos terminaron chocando, exponiendo las grietas internas. La imagen de un PRO unido quedó enterrada bajo disputas internas y egos que parecían más interesados en el protagonismo personal que en el bienestar colectivo. Cuando los líderes no logran transmitir un proyecto común, los votantes pierden confianza. Y eso es exactamente lo que está pasando.
Un discurso que no conecta
Otro de los grandes problemas del PRO es su desconexión con la sociedad. Su insistencia en un discurso económico basado en ajustes y reformas estructurales suena frío y lejano frente a las urgencias cotidianas. Mientras tanto, el kirchnerismo, con todos sus defectos, sigue siendo percibido como el espacio que, al menos discursivamente, se preocupa por los sectores más vulnerables. El PRO, en cambio, parece haber olvidado que la política no es solo racionalidad, sino también emoción.
Las encuestas y la dura realidad
Los números no mienten. En las últimas mediciones, el PRO aparece muy por debajo del kirchnerismo en intención de voto. Este dato es alarmante, especialmente porque el PRO se autoproclamó, durante años, como la alternativa al peronismo. Ahora, con un electorado desencantado, corre el riesgo de quedar relegado a un tercer o cuarto puesto, compitiendo con otras fuerzas. El desmoronamiento no es solo electoral, sino también simbólico. Las encuestas muestran que la mayoría de los argentinos ya no ve al PRO como un partido con capacidad de gobierno. Esto es devastador para una fuerza política que alguna vez aspiró a liderar el país durante varias décadas.
Errores estratégicos que se pagan caro
Gran parte de este descalabro se debe a una seguidilla de errores estratégicos. Por un lado, la falta de autocrítica tras su gestión en el gobierno nacional (2015-2019) dejó una herida abierta que nunca terminó de sanar. El PRO no supo explicar sus fallos ni plantear un camino de aprendizaje. Por otro lado, subestimaron el impacto de las divisiones internas, que terminaron siendo explotadas por sus rivales políticos.
Además, en un contexto de creciente polarización, el PRO quedó atrapado en el medio, incapaz de consolidarse ni como una oposición férrea ni como una alternativa moderada. Esto generó confusión en su base de votantes y facilitó la fuga hacia otras opciones, como los libertarios o los seguidores fieles de Patricia Bullrich.
¿Hay futuro para el PRO?
Es imposible predecir el futuro, pero el presente del PRO no invita al optimismo. Si quieren recuperar su relevancia, necesitan hacer un cambio profundo, empezando por reconocer sus errores. Es crucial que renueven sus liderazgos y redefinan su discurso, adaptándolo a las necesidades reales de la sociedad argentina. También deberán replantearse su relación con el electorado. No basta con ser el “anti-kirchnerismo”.
Para construir una propuesta sólida, deben ofrecer algo más que críticas; deben presentar soluciones concretas, viables y humanas.
No siempre el ave fénix resurge de las cenizas
El PRO se encuentra en un momento bisagra: o se reinventa o desaparece. En política, no hay espacio para los tibios ni para los egos desmesurados. Hoy, el PRO se enfrenta al desafío más grande de su corta historia: demostrar que tiene algo más para ofrecer que promesas vacías y discursos repetidos. Si no logran encender una nueva llama, corren el riesgo de ser consumidos por las cenizas de su propia arrogancia. Y en la política argentina, el olvido puede ser más cruel que la derrota.