Mismos nombres, distintos resultados
De Macri a Milei: Las Verdaderas Fuerzas del Cielo
Con varios funcionarios que ya habían estado en el gobierno de Macri, Milei logra resultados diferentes. La explicación estaría en una fortaleza que, paradójicamente, se basa en su propia debilidad política. Y en una cita bíblica.
Cuando uno ve el gobierno de Milei y los funcionarios que componen diversas carteras, es imposible no preguntarse por qué, con la mayoría de los nombres que se repiten del gobierno de Mauricio Macri, años atrás no funcionó. Primeras, segundas y terceras líneas son los mismos que anteriormente defendían Juntos por el Cambio y que sentaron las bases para salir de la encerrona kirchnerista hasta que, por cuestiones internas y externas, sucumbieron ante el que sería el peor gobierno de la Historia: el de Alberto Fernández.
Patricia Bullrich volvió a su antiguo puesto en Seguridad y esta vez parece haber regresado recargada, con más fuerza, sin miedos a otros Maldonado o a que tiren otras quince toneladas de piedra en el Congreso. Las protestas se redujeron a cero desde el minuto uno en el cual los camiones hidrantes y fuerzas de choque ordenaron a los Grabois y Belliboni en fila sobre la vereda.
Federico Sturzenegger se erige como el Elon Musk de Milei, imponiendo su DOGE argento, originalmente preparado para el gobierno que Patricia Bullrich iba a comandar si en 2023 era elegida presidenta.
Capítulo aparte merece el equipo económico: la tríada que comanda la reducción de la inflación a niveles impensados un año atrás, con el plan que tenían preparado para el eventual gobierno de Rodríguez Larreta. Si todos estos nombres, más segundas y terceras líneas, son los mismos que antes, ¿por qué esta vez funcionó?
Hay un mantra que se repite entre las bases del libertarismo argentino y que Milei utiliza cada vez que hay un micrófono encendido. Pertenece a Macabeos 3:19: “Porque la victoria en el combate no depende de la cantidad de las tropas, sino de las fuerzas que vienen del Cielo”. Ahí está la explicación de todo esto, el centro de la cuestión de por qué en 2015-2019 no pudo suceder y ahora, al parecer, sí.
El gobierno de Mauricio Macri se conformó como una alianza de tres patas: el PRO, una UCR desarmada y la Coalición Cívica exigua, que unieron fuerzas para combatir al todavía potente kirchnerismo, con Cristina aun con poder y dominando gran parte del Poder Legislativo.
Ese gobierno de tres patas tenía que hacer equilibrio entre sus propias fuerzas para poder contrarrestar los embates del kirchnerismo en el Congreso. Basta recordar la ley que sacó el peronismo por su propio peso en Diputados y en el Senado, a pocas semanas de haber asumido Macri. Casi le imponen por la ventana un millón de planes sociales. La habilidad de negociación del débil gobierno recién asumido hizo que se redujeran a un tercio. Sin embargo, esos gastos, que venían impuestos por ley, fueron un correctivo que le demostró a Juntos por el Cambio que “el que dirigía el país aún era el peronismo”.
De esta manera, la batalla que debió dar Macri fue la de juntar fuerzas en el Congreso para bloquear futuras leyes de este tipo. Las reformas que quería imponer, principalmente económicas, sufrían bloqueos una y otra vez en el Poder Legislativo. Y cuando lograba alguna por decreto, quien se metía en medio era el Poder Judicial, como fue el caso de los subsidios a discapacitados falsos.
La ecuación cambió con Milei. Por un lado, el peronismo no es el mismo que fue a finales de 2015. Gracias a Alberto Fernández, la imagen de Cristina y toda la estructura kirchnerista alcanzó los niveles de aprobación más bajos jamás registrados. El mismo Alberto tiene una imagen negativa del 91%. Cristina, al mismo tiempo, mantiene una lucha interna con quien podría ser su único sucesor, Axel Kicillof, quien se enfrenta a la presión social y el reclamo de mayor seguridad en la provincia que gobierna.
Este escenario representa un regalo del Cielo para Milei. Y aquí es donde el versículo de Macabeos cobra sentido. Al entregar su mandato, Macri había construido un bloque de 119 diputados que, en teoría, podría bloquear cualquier intento de Alberto Fernández en el Congreso. Sin embargo, Fernández cerró ambas Cámaras bajo la excusa de la cuarentena y gobernó la mitad de su mandato sin que se sacara ninguna ley.
Milei viene a romper esta estructura. Y lo hace con Macabeos en mente. Su gobierno no alcanza 40 diputados entre todos los bloques, muy lejos de los casi 120 que tenía Macri. Sin embargo, su fortaleza radica en su debilidad. La victoria en el combate no depende de la cantidad de diputados (ni hablar de senadores, que apenas tiene siete), sino…
¿Cuáles son las “fuerzas del Cielo” que ayudarán a Milei? En principio, el encontrar al peronismo en su peor momento. Esa debilidad del kirchnerismo se contrapone con la firmeza de Milei en su mandato. La herencia económica dejada por la asociación entre Alberto, Cristina y Massa le dio vía libre para empezar de cero y deshacer todo cuanto hicieron sus predecesores.
Un miembro de la tríada económica comentó poco antes de asumir: “No nos importa el Congreso, no precisamos de él durante los próximos cuatro años. Todo lo podemos hacer desde Economía: si queremos, no gastamos más de cuanto entra y listo. Para eso no precisamos ninguna ley”.
Como un boxeador que se anima a subir al ring sin miedo, el gobierno de Milei se enfrenta a un rival furioso, bestial, como es la inflación. Y, casi sin recursos más que su propia habilidad, no precisó del Congreso para sacar ley alguna para combatirla. “No se gasta más y listo” fue la premisa.
Su debilidad legislativa no fue de importancia. ¿Qué podrían perder? ¿Tres, cuatro diputados? ¿Diez? No representaría una diferencia. A diferencia de Macri, que buscaba fortalecer su base y para quien sumar diez diputados era un triunfo, para Milei no hay relevancia en la cantidad de soldados, solo en las fuerzas que vienen del Cielo.