Datos que matan relatos
Cuando las feministas querían a los más chicos: de Julieta Lanteri al olvido infantil
El legado de Julieta Lanteri y el nuevo paradigma. Los orígenes ingleses y la lucha por el voto femenino. La mirada sobre los más chicos como eje de la sociedad y el actual olvido.
Cuando se habla de las primeras feministas, suele destacarse su lucha por la educación, el sufragio y la igualdad de derechos para las mujeres. Sin embargo, su activismo no se limitó a la causa femenina, sino que también abarcó la protección y el bienestar de los niños, quienes a menudo eran víctimas de sistemas injustos que perpetuaban la pobreza, la explotación y la falta de oportunidades.
Entre las primeras encontramos a Mary Wollstonecraft (1759-1797), autora de Vindicación de los derechos de la mujer (1792), quién subrayó la importancia de la educación no solo para las mujeres, sino también para los niños. Defendía una crianza basada en la razón y el respeto mutuo, en lugar de la obediencia ciega. Sostenía que la educación infantil debía fomentar la autonomía y el pensamiento crítico, alejándose de los métodos tradicionales de disciplina estricta y sumisión.
Por su parte, Elizabeth Fry (1780-1845), reformadora cuáquera, centró su activismo en mejorar las condiciones en las prisiones, especialmente para las mujeres y los niños que vivían en estos lugares en condiciones inhumanas. Denunció el maltrato a los menores en las instituciones penales y abogó por su protección y educación, asegurando que no crecieran en ambientes criminales.
Josephine Butler (1828-1906) lideró una campaña en contra de la explotación infantil y la trata de menores. Su activismo se enfocó en la abolición de las leyes de enfermedades contagiosas en el Reino Unido, que permitían la explotación de niñas y mujeres jóvenes. Butler denunció estas prácticas y trabajó para proteger a las niñas de ser víctimas de abuso y abandono.
La socialista alemana Clara Zetkin (1857-1933) fue una de las primeras en proponer políticas estatales de protección infantil. Abogó por la educación gratuita y la creación de guarderías para madres trabajadoras, permitiendo que las mujeres pudieran trabajar sin desatender el bienestar de sus hijos.
En Argentina sucedió lo mismo. En este camino tropezamos con Julieta Lanteri, la primera mujer que votó en nuestro país y quinta en recibirse de médica.
Hacia 1919 se presentó como candidata a diputada en la capital y en aquella oportunidad publicó un manifiesto a través del cual accedemos a su pensamiento. Según el texto, Lanteri consideraba que como mujer no solo luchaba por sus derechos, sino también por los de los niños. De hecho, junto al resto de las feministas nacionales llevaban años abogando por la infancia. Principalmente a través de congresos y de la “Liga de los derechos de la mujer y el niño”, fundada por ella misma.
Además, Julieta creía que el camino por mejorar la situación del género no era enfrentando a los hombres, agrediéndolos, menospreciándolos o culpándolos de todo: “Nuestro país –señaló- vibra cual ninguno ante estas cosas. Sabe que la gloria de su porvenir está tanto en manos de sus varones como de sus mujeres, y las aprecia debidamente”.
Sus propuestas incluían trabajar por la sanción del voto femenino, por un “salario igual para trabajos equivalentes para ambos sexos” y el divorcio absoluto. Pero no sólo se centraba en la mujer, sino en el avance de la sociedad de modo conjunto. Deseaba generar leyes que dieran a los hijos ilegítimos los mismos derechos que a los nacidos dentro del matrimonio; colonias de industria, artes y trabajo que facilitaran la reinserción de los presos y garantizar la asistencia social para prevenir enfermedades venéreas.
Nuestra protagonista era consciente de que tarde o temprano las mujeres tendrían injerencia en la legislación: “¿Cómo se comportará la mujer dueña de su voto y capacitada para usarlo de manera que estime conveniente? – se pregunta en la Revista “Nuestra Causa” (1919)- Lo primero que atraerá su atención serán las propias necesidades y las de su prole, y dictará leyes que protejan la vida y la [vuelvan] soportable… La protección de la maternidad será fundamental, pero no una protección caritativa sino reconociéndola como la función más excelsa de la vida y a la cual la sociedad debe sus primordiales atenciones. Ligado a ella naturalmente está el niño, su higiene física y mental y su preparación para la vida”.
Como médica Lanteri tenía un profundo respeto por la vida. Actitud que, además, consideraba propia de toda mujer. No vio en la maternidad un “problema”, todo lo contrario. Precisamente tuvo dos hijos, que no significaron un impedimento para desarrollarse profesionalmente y generar hitos históricos.
El impacto de estas feministas en la infancia se ve reflejado en las reformas que lograron y en las ideas que sentaron las bases para las políticas de protección infantil del siglo XX. Su lucha ayudó a prohibir el trabajo infantil, ampliar el acceso a la educación y fomentar un modelo de crianza basado en la equidad y el respeto. Gracias a ellas, la infancia dejó de ser una etapa desprotegida y comenzó a reconocerse como un período fundamental en la construcción de una sociedad más justa e igualitaria.
Sin embargo, el feminismo actual ha abandonado aquellas banderas que defendían a los más vulnerables. En lugar de luchar por la protección de los niños, ha promovido discursos y políticas que los han dejado más expuestos y desprotegidos. Ya no se trata de garantizar su bienestar, sino de imponer una agenda que muchas veces los instrumentaliza o los relega a un segundo plano. Se ha pasado de exigir educación y derechos para la infancia a fomentar su adoctrinamiento y la erosión de valores que históricamente los protegieron.
Las feministas del pasado entendían que la lucha por la mujer no debía darse a costa de la niñez, sino en conjunto con ella. Hoy, en cambio, muchas de sus herederas parecen haber olvidado que una sociedad que no cuida a sus niños está condenada al fracaso.