Estreno y éxito
Con clave de debate: una película desafiante que da para la discusión

Redactor Creativo.
Estreno global de Cónclave. Algunas apreciaciones sobre la película que despertó polémicas entre miles de católicos.
¡Habemus historia!
Algunos dicen que el cónclave es la ceremonia más importante de la Iglesia Católica. A mi entender, la Eucaristía ocupa un lugar aún más alto. Sin embargo, la elección papal es clave en términos políticos y organizativos. Desde sus orígenes, el proceso tuvo múltiples formas, incluso con laicos que podían llegar al trono de Pedro.
Hoy, sólo los cardenales menores de 80 años votan, y el elegido debe alcanzar dos tercios de los votos. Tras la muerte o renuncia del Papa, los cardenales se alojan en la Casa Santa Marta y votan en la Capilla Sixtina. Cuatro veces al día, si no hay acuerdo, escriben su elección en un papel, lo doblan y lo colocan en un plato tras una oración en latín. Luego, las papeletas se queman y el humo, negro o blanco, avisa a los fieles reunidos en la Plaza San Pedro. Desde 2005, también suenan las campanas. Y finalmente, la frase esperada: Habemus Papam.
¡Habemus película!
Cónclave llegó a los cines en un contexto delicado para la Iglesia, coincidiendo con el deterioro de salud del Papa. Sin embargo, Francisco se recupera, y el único cónclave cercano es el de la pantalla grande.
Aunque su estreno en cines fue casual, su llegada al streaming en Semana Santa es deliberada. Lo importante: Cónclave es una gran película. La dirección y el elenco son impecables. Si bien no se filmó en el Vaticano, los escenarios fueron reconstruidos con una fidelidad impresionante.
El guión, basado en una novela, es sólido. Aunque hay quienes confunden ficción con realidad, no hay que olvidar que se trata de una historia inventada, aunque bien documentada. Su estructura se asemeja a un policial, con pistas que invitan a anticipar el desenlace. Es atrapante incluso para quienes no tienen interés religioso.
La trama arranca con la muerte del Papa y la designación de un cardenal para organizar el cónclave. Desde allí, asistimos a votaciones, tensiones, fumatas negras y, finalmente, la blanca. Todo recuerda el 2013, cuando Jorge Bergoglio sorprendió al mundo al convertirse en Francisco.
Aunque no es una película sobre religión, la liturgia y el protocolo le otorgan un sabor especial. No ataca a la Iglesia, aunque algunos sectores conservadores la consideren provocadora. Personalmente, no comparto esa visión extrema. Cónclave es ficción y buen cine. Desafía sin ofender.
No es una película "pochoclera", pero sus dos horas de ritmo pausado se disfrutan con interés. Lo mejor llega al final, cuando se prenden las luces y comienza el debate. Porque Cónclave es una excusa perfecta para una buena charla post película.
Una Iglesia humana
Todos los personajes son hombres de carne y hueso, con virtudes y debilidades. Las tensiones internas en la Iglesia son reales, con visiones distintas: los que impulsan una Iglesia más abierta y los que apuestan por una conducción más tradicional.
Algunos critican al filme por no profundizar en esas divisiones. Otros, porque muestra a personajes “santos” utilizando estrategias poco caritativas. Pero la verdad —como decía Serrat— no es triste, sólo irremediable. La película presenta un abanico humano sin caer en caricaturas de héroes y villanos.
Las actuaciones son brillantes, con Ralph Fiennes sobresaliendo como el cardenal encargado del cónclave. El director Edward Berger (ganador del Oscar por Sin Novedad en el Frente) logra un equilibrio perfecto entre drama, intriga y profundidad.
¡Habemus debate!
El final es sorpresivo y polémico. Nos interpela. Nos obliga a posicionarnos frente a decisiones morales, éticas, teológicas. Cada espectador será juez. No habrá unanimidad. Y eso es lo más valioso.
Como católico, celebro el cine que plantea preguntas. Siempre recomiendo Agnes de Dios (1985) y La Duda (2008), películas que, como Cónclave, merecen una larga charla y varias porciones de pizza para debatir.
Mi veredicto personal me lo guardo, como lo hacen los cardenales en el cónclave. Lo importante es que la película nos recuerda que los papas no son dioses. Son hombres elegidos por el Espíritu Santo, para un tiempo determinado en la historia de la Iglesia. Cónclave es una gran película. Con un final que no se olvida, que no cierra con un simple "The End", y que nos obliga a seguir pensando.
Y eso, para mí, es lo mejor del cine.