CLAVES DEL ÉXITO BRASILEÑO
Brasil pisa fuerte en el agro global mientras Argentina sigue a los tumbos
Mientras Brasil se convierte en una máquina de producción y exportación, Argentina padece las consecuencias de años de improvisación y políticas erráticas.
Brasil ha demostrado cómo transformar su agroindustria en una fuente inagotable de divisas y progreso. En menos de dos décadas, su producción de soja creció más del doble, consolidándose como el principal proveedor para China. Este avance responde a una visión estratégica que incluyó renovar las hidrovías, modernizar los puertos y poblar zonas remotas con plantas de procesamiento.
Por otro lado, la realidad argentina sigue siendo un “remedo de aquel ‘estamos mal, pero vamos bien’”. Con un dólar administrado y derechos de exportación que llegan al 33%, los productores locales enfrentan precios que no cubren los costos de producción. Mientras tanto, la depreciación del real en Brasil otorga a sus agricultores un margen competitivo que Argentina no puede igualar.
Además, el panorama global juega en contra del país. Rusia y Ucrania, tras el fin del comunismo, se han consolidado como grandes jugadores en el mercado de trigo, influyendo en los precios internacionales. Por su parte, el crecimiento de la demanda interna de maíz en Brasil, destinado a la producción de etanol, destaca como un ejemplo de cómo capitalizar los recursos naturales con visión de futuro.
El agro argentino necesita recuperar terreno. Sin embargo, para ello será indispensable abandonar las “eternas inconsistencias” y adoptar una política de Estado que permita avanzar hacia la competitividad. El ejemplo de Brasil y Uruguay debería servir como guía para un país que aún tiene todo el potencial para liderar en el sector.