El Vaticano, en alerta.
La salud de Francisco: Bergoglio a solas con él mismo
Las bajas temperaturas, un enemigo público del Santo Padre. Una agenda de ocho reuniones diarias y una corta siesta para seguir trabajando. El factor edad y la bronquitis.
A Bergoglio siempre le afectaron los inviernos. Los cambios de clima son los enemigos de su salud. Levanta febrícula. Tose. En los treinta años que transitamos juntos este síntoma y el dolor de rodilla lo acompañan siempre. Ahora es el Papa, todo el mundo, literalmente, se alarma. Más aun si no se desestima que tiene 88 años. En este último tiempo, el descuido su estado, con una bronquitis severa, que me dijo en vivo, para el día de mi cumpleaños, que no era pulmonía, aunque sí fuerte, seguía a todo ritmo.
Eso lo obligó a mudar su escritorio del Palacio Apostólico en el Vaticano, a su casa de Santa Marta. Todo se instaló en uno de los grandes salones, que preside una imagen gigante de la Virgen que Desata los Nudos, de esa manera no toma frío. Eso sí, no descansa. En pleno jubileo tiene ocho reuniones por día, más los eventos temáticos. Él a esta altura no quiere parar. El cuerpo si. En la tarde del jueves se mantuvo sin compromisos.
El viernes, se internó en el Gemelli, con fiebre y una bronquitis que se agudizó. Su estado no es reservado, si discreto. Está medicado con antibióticos, reposo absoluto, pero pidió papeles y carpetas. Es un infatigable. Bergoglio es un cristiano ortodoxo, porque hace lo mismo que Jesús, es austero, comprometido con los pobres de una humildad sin precedentes. Todo lo da. Ahí adonde hay un alma que sufre es el primero en llegar.
A poco tiempo de conocerlo, me pidió un favor: “tengo un amigo cura que tiene una banda, canta y escribe muy bien, le pedí que compusiera una canción para las prostitutas pobrecitas, porque a ellas nadie las recuerda, ni les da nada. La podes pasar por la radio”. No dude un instante, todos los días, el tema salía al aire. El estaba contento. Más feliz aun se sentía “El Padre César y sus Pecadores”, el grupo que ahora es tan mediático y siempre le cumplieron sus sueños.
Hoy, esta enfermo. No lo podemos negar. No se cuida, es cierto. No vive como un anciano, también es cierto. Es verdadero que paga precios de salud por eso de no seguir el ritmo de un casi nonagenario. Esta en manos de Dios, no por su estado de salud, sino porque se entrega a el todos los días. Bergoglio es Bergoglio. Genio y figura hasta la sepultura.