Un tema clave
Cambio de época: el que las hace las tiene que pagar
La inseguridad es uno de los mayores problemas que enfrenta el Gobierno. Mantener la firmeza en Seguridad, sanear el sistema judicial y mejorar el carcelario son algunos de los desafíos.
Uno de los mayores flagelos de nuestro país, el más mortal e inmediato, de consecuencia diarias, es la inseguridad. Un tema complejo al que nadie le ha puesto el “cascabel al caco” (definición que vendría del griego antiguo, kakos, por malo o malvado y que justo empieza con K).
Aunque, hay que reconocerlo, la inseguridad no comenzó con los K, sin dudas, empeoró durante su gobierno y ellos fueron los responsables de que creciera. Esta “tolerancia” fue interpretada y percibida por los delincuentes: en las cárceles los K eran votados casi de manera unánime y ganaban por mayoría absoluta.
El gobierno de Javier Milei encaró el problema con mano firme y decisión, para tratar los distintos aspectos que hacen a la seguridad y que producen las mortales consecuencias de su falta, o inseguridad.
La Justicia, los legisladores, el sistema carcelario y fuerzas de Seguridad son parte del problema porque cada uno está encadenado al otro. Es un sistema complejo, con grandes cuotas de corrupción y penetrado por distintas ideologías.
Además de este sistema, hay otras instituciones, que, directa o indirectamente, forman parte del problema; pero nada puede suceder ni se puede solucionar sin la decisión política, valiente y responsable del Gobierno.
Si este problema no se aborda y soluciona es porque un gobierno no quiere o no le importa. En cambio, si trata de resolverlo es porque su compromiso y valentía van más allá de la especulación política. Solo alguien comprometido no teme pagar el costo político en un terreno tan delicado. Porque, en cualquier momento, te pueden tirar un Kosteki, un Santillán o un Maldonado y esto podría costarte el cargo o la elección.
El presidente Milei eligió una ministra de Seguridad que tampoco teme,ni especula con la inseguridad. Al igual que Milei, hace lo que se debe hacer, sin excusas. Los votantes del libertario se lo agradecen y la mayoría del resto de los ciudadanos también (algunos lo hacen en silencio por ser “opositores”).
No están solos. Hace unos días, el oficialismo cerró el período de sesiones extraordinarias en el Congreso de la Nación y consiguió que los proyectos de ley de Juicio en Ausencia, Reiterancia y Reincidencia, y Antimafia fueran sancionadas y aprobados por mayoría. Esta vez, el respaldo fue unánime (¿cambio de era?).
Gracias a estas leyes ahora se podrá juzgar, por ejemplo, a quienes realizaron el atentado a la Embajada de Israel y a la AMIA, incluso a quienes asesinaron al fiscal Alberto Nisman, fuera de la conexión local, en ausencia de los perpetradores e ideólogos.
En cuanto a las leyes de Reiterancia y Reincidencia evitará darles a algunos jueces “garantistas de delincuentes” dejar activa la “puerta giratoria”. Porque, con esta ley, esa puerta no va más.
Según esta legislación se considerará reincidente a toda persona que haya sido condenada dos o más veces a una pena privativa de libertad. En tanto, la Reiterancia establece que tener varios expedientes penales abiertos al mismo tiempo es una causal para aplicar la prisión preventiva. Se diferencia de la Reincidencia en que no requiere una condena previa.
Es de esperar que estas leyes dejen sin excusa a varios jueces. Es posible, tal vez, que el sistema se vaya depurando porque, si en lugar de hacer justicia, algunos jueces insisten en mantener una ideología a costa de las vidas de los ciudadanos, incurrirán en faltas que abrirían la puerta a posibles juicios políticos. En otras palabras, necesitamos jueces elegidos por sus méritos profesionales y no por su llegada al poder de turno o por su simpatía política (muchas veces adaptable).
La otra pata de esta mesa son las cárceles porque las que hay no son suficientes y mucho menos adecuadas. Las cárceles son lugares donde ellos viven como animales salvajes y de donde es casi imposible que salgan en condiciones de reinsertarse en la sociedad y ser buenos ciudadanos. Todo lo contrario: está visto que solo salen más criminales, más “animales” con instintos de los más bajos y sin sentimientos, pues, así vivieron afuera y peor vivieron en su cautiverio.
También nos salen carísimos como si los alojaremos en un hotel cinco estrellas y los enviáramos a una escuela privada. Los presos no hacen nada productivo: cuando están afuera te roban y te matan y cuando con suerte los detienen siguen viviendo de la “tuya”y solo se preparan para salir y seguir en la misma. Además, desde la cárcel, te siguen robando con sus celulares mediante secuestros virtuales o dirigiendo sus organizaciones narco-criminales.
Por eso es importante tener nuevas cárceles y un nuevo sistema carcelario como el ya famoso de El Salvador o de otros de países más desarrollados. No podemos seguir con la imitación de los peores sistemas de los peores países como pasaba hasta ahora.