Día de la mujer
8M

Escritor.
El aspecto transaccional del movimiento feminista. El feminismo rojo como emblema, las nuevas anti judías y la izquierda a favor del islamismo violento.
Hay tantos feminismos como mujeres. Sin embargo, el feminismo del que siempre hablamos, es del feminismo ruidoso y violento: el que hace magia con un pañuelo de color verde, al que sacude para distraerte. Porque mientras lo agita y miramos el pañuelo, la maga usa su otra mano, la izquierda, para metértela en el bolsillo y robarte lo que tenés. Ese es el truco. Convertir al pañuelo verde en rojo. Y conseguir un puesto en el Estado para seguir saqueando al contribuyente y que el robo tenga protección legal.
Eso sí, para que el plan les siga funcionando las feministas rojas supieron cambiar de base teórica. Porque claro, la ficción del empresario como el malo de la película, y del obrero como el bueno y la víctima, está agotada. Hoy mas que nunca carece de sustentabilidad. Entonces pasaron a otra, creada también a las apuradas: ahora el malo es el hombre, en especial el que tiene la piel de color blanca, y la buena y a la vez víctima es la mujer. Aunque gracias a estos tiempos vertiginosos, también es una ficción que está perdiendo efectividad.
Con este nuevo enemigo fue que renació el feminismo rojo.
Feminismo que, parafraseando a Lacan, al final fue un gesto histérico. Porque se vio con claridad que se trató de un cambio de amo. Cambiaron al macho opresor por la lesbiana opresora. Una lesbiana que las oprime y les indica qué deben decir, qué no deben decir, a quiénes deben escrachar, a quiénes no deben escrachar, cómo deben vestirse y hasta cómo deben peinarse.
Lamentablemente, como los tiempos están cambiando, yo ya no voy a hacer escrachado por decir estas cosas. Extraño los tiempos donde te cancelaban. Toda prohibición genera más deseo y para mi beneficio eso se transformaría en muchos más lectores. Pero las chicas se avivaron. Las líderes leyeron a Foucault.
Hagamos un breve repaso sobre la historia de la sexualidad:
Las religiones cubrieron de ropa los cuerpos para no generar deseo y evitar que pequemos. Y acaso sabiéndolo generaron el efecto contrario. La prohibición terminó funcionando como un gran incentivador, un poderoso estímulo. Fue la cultura judeocristiana la que creó y le dio forma al deseo tal cual hoy lo conocemos.
Hasta que llegaron a nuestras vidas las feministas rojas. Ellas, yendo en contra de la evolución del deseo, involucionaron para profundizar en el camino ascético y, amparadas en algo que definieron como cosificación, demonizaron aún más el pecado. En lugar de cubrir más a los cuerpos, directamente apostaron por la supresión de los mismos.
No deja de asombrarme. Porque la apuesta de la cultura judeocristiana fue la de cubrir sólo las partes íntimas que generan deseo. Pero la apuesta del feminismo rojo fue, es y será la de suprimir completamente el cuerpo, para que las mujeres no sean deseadas por los hombres.
Esto tiene una explicación psicológica: las líderes del feminismo rojo odian a los hombres. Son sus enemigos. Y al enemigo no hay que darle nada. Ni justicia.
Pero esto tiene una explicación socialista: así como el socialismo detesta la competencia y por eso nivela para abajo para que todos seamos pobres, las feministas colectivistas, en sintonía con el sistema reivindican, también detestan la competencia y por eso nivelan para abajo, asexuando y afeando a las chicas, para que no haya competencia y ninguna sea deseada por los hombres. No sea cosa que alguna caiga en la tentación y haya reciprocidad en el deseo.
La supresión corporal propuesta por el feminismo rojo trajo, como no podía ser de otra forma, una alianza natural con la cultura musulmana que sigue apostando por la burka, una impactante metáfora que ejemplifica a la perfección la completa anulación de la mujer.
A eso hay que sumar que la izquierda siempre fue antijudía; a las feminazis esto les viene como anillo al dedo. Los musulmanes extremistas son el socio ideal cuando querés borrar a los judíos del mapa.
Eso sí, en el caso de ellas, siempre disfrazándolo de antisionismo. Quieren hacernos creer que la desaparición del Estado de Israel, por la que apuestan, no incluye a los judíos del mundo, cuando es vox pópuli que el Estado de Israel nació para proteger a los judíos de aquellos que siguen fantaseando con su desaparición.
Por eso este 8 de marzo no homenajearon a las mujeres que fueron masacradas por Hamas, cuando Palestina le declaró la guerra a Israel con el fin de hacer desaparecer a los judíos del mapa.
Pero para poder llevar adelante este, y otros objetivos, lo de siempre: necesitás plata. Y mucha.
El problema es que las feministas rojas se asumen discapacitadas financieras. Y nos lo cuentan con mucha claridad cuando no conciben la vida laboral por fuera del Estado.
Por eso necesitan imperiosamente de un Estado que invente necesidades irreales y ministerios de fantasía. Para esquilmar al contribuyente y así financiar el sueño de la revolución socialista sin judíos. Curiosa esta insistencia, que reclama de manera urgente ser estudiada por la psiquiatría. Insisten con un sistema filoeconómico que nació muerto, que sólo le trajo a la humanidad hambrunas y genocidios.
Qué desagradecidas son las feministas rojas.
Este 8 de marzo no las vi a las muy flequilludas agradecerles a las 7 niñas pobres de cada 10 que dejó el peronismo en el 2023(datos de UNICEF). Se olvidan de que esas 7 niñas dieron la vida (porque la pobreza es muerte en vida) para que ellas tenga Cajas y puedan vivir en la abundancia.
Fue muchísimo el dinero que obtuvieron gracias a haberle ofrendado al Dios Marx los cuerpos de estas niñas, sacrificio que nos retrotrae a la cultura precolombina y que también explica la fascinación del feminismo rojo por los pueblos originarios.
Vamos a los datos:
En el 2023, el Ministerio de la Mujer nos costó $ 77.171.000.000.
Tenía 1.300 empleados.
Para poder sostenerlo a nivel económico hubo que emitir y tomar deuda.
Eso empobreció a las mujeres e hipotecó el futuro de las niñas.
Por eso el 8 de marzo de 2025 muchos festejamos su cierre.
Porque el símbolo no se come.
Pero las feministas rojas no se resignan, insisten. En nombre de “estamos perdiendo los derechos adquiridos” salieron a la calle para no perder los impuestos adquiridos. No soportan este cambio de paradigma que vino a terminar definitivamente con estas cadenas modernas que son los impuestos, que fueron creados básicamente para someter a la población y que las feministas rojas, por ejemplo, puedan tener esclavos que vivan para ellas y hagan el trabajo que las reinas rojas siguen sin querer hacer. Porque también esto quedó en evidencia: la ley de cupo en el fondo fue pensada para puestos dentro del Estado. Puestos importantes sin funciones específicas. Porque en el universo privado no hay traba que le impida a una mujer manejarse como se le cante a la hora de ser monotributista, responsable inscripta, o dueña de una pyme.
El 8M terminó siendo una copa menstrual que se nutre de la sangre ajena. Porque el objetivo de estas feministas es ocupar cargos rimbombantes en el aparato estatal, para seguir succionando al contribuyente y vivir a costa de sus glóbulos.
En los sesenta y setenta, siguiendo las enseñanzas de Marx, inventaron una disputa irreversible entre burgueses y proletarios, donde los proletarios debían matar a los burgueses para quedarse con sus riquezas. En el 2000, remixaron el duelo pero enfrentando a las mujeres con los hombres, al grito de muerte al macho. Porque ahora son las mujeres las que deben matar a los hombres. Para quedarse con sus riquezas. En el mientras tanto, la idea es ocupar cargos en el Estado para ir saqueándolos mediante impuestos. El problema es que al final, porque los impuestos no hacen distinción de género, terminaron saqueando y empobreciendo a la mayoría de las mujeres, género al que dicen defender.
Por suerte en el 2023 ganó Milei. Y estamos presenciando, para nuestra alegría, un AM y un DM.
Por eso este 8M fue distinto para ellas. Esta vez salieron a la calle muchas menos simplemente porque les quitaron muchas de esas cajas que ellas tenían para saquear con impunidad.
Y ya se sabe, si no tenés plata, tampoco vas a poder contratar a manifestantes para que vayan. La tropa el culo gratis no lo mueve.
Por eso a esta marcha muchas no fueron.
Pasaron del ni una menos a muchas menos.
El 8 eme fue un 8 meme.